lunes, 7 de mayo de 2012

Mujeres solas

     Cuando yo quería ser escritora había una idea que me rondaba siempre, escribir sobre las mujeres solas, las que no lo eligieron pero la fuerza del destino jugó con ellas y perdieron. Se quedaron sin su pareja en una décima de segundo por un accidente que les cambió la vida o después de penar con una larga enfermedad. Da igual la forma, se quedaron solas, sin querer, sin haberlo planeado, sin saber.
     Quería escribir sobre ellas porque las he ido conociendo a lo largo de los años y me han ido enriqueciendo, tienen mucho que enseñarnos y porque fundamentalmente, se lo merecen. Son de todas las edades y de toda condición y las he visto como han intentado, cada una a su modo, sobrevivir a la muerte del otro.
     En mi particular álbum de mujeres solas a la fuerza, el de la viuda casi niña, es desgarrador, la que se queda desnuda de cariño ajeno, cuando aún casi no ha empezado a compartir. Es la negación absoluta a lo que realmente ha pasado: ni se lo cree, ni lo acepta. También he vivido la  dura lucha de las jóvenes, con sus hijos por bandera, o las de mediana edad, sin fuerzas para seguir o la mirada de las más mayores, sin vida porque toda la que tenían la compartieron con él que se fue.
     Las he visto muy cerca y de muchas maneras, pero hay un denominador común en casi todas ellas, no han vuelto a rehacer sus vidas, lo intentaron en algunos casos, no quisieron en otros y en una mayoría ni lo pensaron porque creyeron que nunca encontrarían algo como lo perdido. Quizás porque la muerte puede llegar a idealizar al que se va o porque realmente cuando te arrebatan algo que deseas, ya nunca quieres volver a intentarlo, por miedo, por desconfianza. Hay quién vuelve a encontrar el camino de otro amor, pero son mayoría las que añoran y se quedan en el ayer aunque pasen los años y las oportunidades. Es como cerrarse a lo que está al lado y no olvidar nunca lo que se fue porque nada desaparece si lo recuerdas.
     Todas empezaron su andadura como mujeres solas, preguntándose qué hacer y cómo hacerlo. Algunas volvieron a la normalidad, abriéndose paso a codazos con la realidad. Otras no lo logran y continúan todo su vida como en los primeros días, en los momentos de no aceptación, de no poder vivir y se encierran en el luto eterno, sin saber salir de allí o sin querer hacerlo.
     Sí, he conocido y conozco a muchas mujeres solas y dos de ellas me hicieron participe de una de las escenas mas duras y tristes que he podido contemplar. Dos mujeres encerradas en sus pensamientos, una viuda de pocos días y una mal casada, las dos, mirando al infinito. Una llorando su pérdida, la otra añorándola y muy bajito, como acostumbran hablar a las que han golpeado, maltratado, en alma y cuerpo, en apenas un susurro, se rompe el silencio de las lágrimas, con un “qué felices seriamos las dos, si en vez del tuyo, se hubiera ido el mío".
     Quedarte sola cuando no quieres, es romperte la vida, pero la soledad te aplasta cuando la vives con quien no amas, con quién no te quiere y que aunque no consuele, aunque no las consuele a ellas, a las mujeres solas, es mucho peor no haber vivido ni un minuto de amor compartido.


8 comentarios:

  1. elegir estar sola, es una cosa, que puede llegar a ser hasta gratificante, pero que te quedes, sola, puede llegar a ser horrible, aunque no estoy de acuerdo porque hay muchas que han rehecho su vida y les va, incluso mejor

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  2. Pues ni triste, ni nada, como es la vida

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  3. Me gusta que no hayas utilizado el término viuda, porque es una palabra que traew muy malos recuerdos. Es mejor, solas, sin haberlo elegido ,pero solas

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  4. Somos muchas las mujeres que estamos solas sin haberlo elegido y con el tiempo,te das cuenta de que gracias a esa soledad has encontrado la serenidad en tu vida, lo cual compensa sin duda.

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