Tengo la gran suerte de rodearme de mucha gente con la que compartir mi mundo y de tener amigos de todas las edades y condición que me hacen la vida agradable pero son mis amigas las que dicen mucho de mí y a las que tendré que presentar en este escenario.
Poder reunirme una vez a la semana y hablar sin corsés, es una terapia que me ha hecho librarme de algunos malos momentos y desde luego compartir, los muy buenos. La otra noche, la cita era con las más jóvenes, jóvenes porque llevan menos años en esto del periodismo que las veteranas, a las que ya conocerás y también porque algunas tienen la edad de mis hijos. Me siento bien con ellas y cuando me aceptan, supongo que ellas también conmigo.
La reunión con las reinas, que así se hacen llamar, me renueva, de la misma manera que cuando voy a la universidad a dar clase. Hablan de cosas y sentimientos que yo había olvidado, proponen ideas que oí quizás hace mucho, pero que se perdieron gracias a la realidad o a la vulgaridad y me hacen ver colores que ya creía no existían, como la otra noche, que después de hablar de jefes mediocres y grises, de despidos sangrantes, de envidias incontroladas, una de ellas, dijo la frase que cambió el rumbo de la noche: “Me caso” y todo fue ya, gritos, besos y quitarnos la palabra las una a las otras, con nombres de fotógrafos, iglesias, vestidos y no sé cuantas cosas más. Lo viví con la misma ilusión que lo hacían ellas y eso que he visto tantas bodas y divorcios que sólo el pensarlo amargaría al más optimista, pero no, la otra noche, me contagié de sus ganas, de su iniciarse en un mundo que yo ya tengo bien sabido y de vivir el amor en sus primeros momentos cuando una segunda reina se arrancó y empezó a contarnos cómo estaba hilvanando el principio de una historia. Con ella pude sentir las dichosas y cursis, mariposas en el estómago, el no saber qué decir ni dónde mirar, el sentirse feliz sin razón.
No es la única vez que me he contagiado de sus peripecias, en otra ocasión, muy divertida, me sorprendí hablando del arte de ligar, cuando yo no ligo desde el año 80 y la otra noche, el hechizo con la máquina del tiempo,como protagonista, volvió a repetirse.
Ellas me hacen sentir, como fuí y de vez en cuando, me gusta.