jueves, 22 de noviembre de 2012

Una de 50 y algo más

     Me ha costado lo indecible. No sabía comenzar. Ha sido muy largo el despojarme de pereza, de timideces y de dudas. Y todo por no saber como retomar este blog.
     El verano se escapó y llegó un otoño demasiado rápido en mi calendario. Durante este tiempo han sido muchos los que me habéis apremiado para que escribiera, otros me han dado por perdida y algunos se olvidaron de Una de 50. Normal. Normal todo, incluso mis dudas.
     Había pensado a instancias de algúno mas listo que yo, en ampliar el blog a web: Un follón. Tendría que hablar entre otras cosas, de viajes, cremas rejuvenecedoras y pamplinas similares.Que podría ser interesante, sí, que todo ello me gusta, sí,  pero no hacia nada más que preguntarme ¿y para qué?.
     Otros, también más listos que yo, me aconsejaban que incluyera fotos y  hay quién me dijo que lo que escribía sólo era una parte de mí, que yo era más dura y mas crítica. Que tenía que mojarme más, como había hecho toda mi vida y lo único que se me vino a la cabeza es lo de:  y así me ha ido.
     En fin que estaba hecha un lio, como cuando iba al colegio y no sabía si me gustaba el chico guapo o el pobrecillo de la clase. He de decir, aunque no venga a cuento, que siempre me hacía amiga del pobrecillo pero me enamoraba del guapo, al que por cierto no le interesaba nunca. Ya está, lo he hecho otra vez, desviándome del tema, enrollándome a lo tonto 
     ¿A alguién le puede hacer gracia estas naderias? No me contestes que a tí sí, que tú me quieres.
     A lo que vamos, sin dispersión. En los últimos dias, bajo la presión de unas amigas que quieren que continúe con esto y mi lucha por hacerles ver que lo que escribo no le importa a nadie, me han hecho ver que hay mucha gente que escribe las mismas chorradas que yo pero que se las editan y aplauden. Visto así, me acabo de dar cuenta que no sé si me estaban halagando o no. En fin, que me da igual que es verdad que lo mio es la misma tontería que otras muchas pero es mía y de los poquitos que me leen. Y he pensado, pues que sigo. Total.
     También puede que me de pena pensar  que aquellos que habéis creido que este blog saldría adelante, os habría decepcionado o puede, también,  que la vanidad me ha vencido porque hace meses que no oigo un, me encanta, me he reido o me he emocionado con lo que has escrito. Y duele no escucharlo, la verdad.
     Decidido. Sí. Voy a seguir. Sn pretender nada, sin necesidad de espacio en la mente de nadie, sin tan siquiera espacio en mi ordenador, seguiré y les diré a los que me esperaban, que ya estoy aquí, no sé muy bien para qué, pero que estoy y que sigo siendo Una de 50 y un año más

viernes, 13 de julio de 2012

La marea negra

      Aparecieron en la oscuridad de la noche que es tan suya, con las linternas encendidas como el primer día que bajaron al pozo. Llegaron cansados de andar pero con fuerzas para pelear y arropados por gente que hacia suyos sus problemas. Les abrazaron como si fueran de la familia, quizás porque lo eran o porque todos han dicho o han pensado en algún momento, que más dura es la mina. Y lo es.
     Amanecieron con la garganta ronca por pedir lo que es suyo, lo que les corresponde. Lucharon durante todo el día con pancartas para que se les escuche y no se les regañe por no haber sabido utilizar las subvenciones. Se pasearon por unas calles radiantes que les aplaudían aunque alguno hubiera gritado desde el altavoz del poder que eran unos terroristas y unos vándalos que pedían sin conocimiento, sin saber que el carbón ya no sirve, que es de otro siglo.
     Se sintieron queridos por la mayoría aunque alguno repitiera hasta la saciedad que cobran pensiones muy altas y desde muy jóvenes, desconociendo lo duro que es ser picador, allá en la mina y sin enterarse que hay una enfermedad que se llama silicosis que puede ser mortal y que en los últimos segundos de vida te asfixia y te hace buscar, pedir aire para respirar aunque estés atado a una bombona de oxigeno.  
     Recibieron respuesta de los que no pueden hacer nada y silencio y malas contestaciones de los que mueven los hilos. Los mineros no tienen bonus, ni acciones, sólo una nómina que algunos dicen que es demasiado alta pero que van a perder dentro de muy poco. Los que deben y pueden solucionarlo siguen callando o diciendo que la minería no es una pieza esencial de la Economía como son los Bancos y que eso es todo amigos, que el carbón es historia y el minero también, dignos de un museo. Museo que no visitarán jamás los que han visto subir de las entrañas de la tierra, a su padre tiznado de negro después de haber estado encerrado muchos días por luchar por lo que pensaba que era futuro y por un trabajo digno, aunque repetirán para que a nadie se le olvide, que el abuelo fue picador allá en la mina y que allí, quemó su vida. Para nada. Ya no hace falta.
     La marea negra se aleja de Madrid dejando un cielo gris con miles de partículas de carbón que se funden en el aire, donde aún suena el eco de un himno, de una Santa Bárbara bendita, cantada con voces rotas y sin esperanza. Todo vuelve a su sitio, al lugar que le corresponde, cada uno a su casa y a su rutina y el minero a la suya, a su pueblo sin futuro y a su pozo negro.
    
    



domingo, 8 de julio de 2012

Mariana se despide

     Cierra la puerta por última vez. Se va con lágrimas por estallar y cargada con una bolsa de plástico donde lleva la ropa de trabajo que ha usado durante dos años. Mariana sabe que no volverá nunca aunque le han dicho que cuando estén mejor las cosas pueden volver a llamarla. Mentiras para no herir demasiado, para no decir que no te quieren.
       Ha entregado las llaves a la señora, a la misma que creyó era casi su amiga, a la que le hizo un regalo en su cumpleaños. Es cierto que se ha portado bien conmigo, piensa, que cuando estuve mala con lo del pie me pagó todo el sueldo. Otras veces, sin embargo, sabe que se enfadaba porque no hacía lo que ella le decía y que pensaba que no estaba suficientemente limpio o mucho peor, que creía que era muy lenta.
     Tarda más de lo acostumbrado en llegar a la boca de metro donde hay un contenedor de basura y allí tira con rabia, la bolsa. Se acabó, no volverá a limpiar más casas donde te echan sin avisar, donde te engañan y te pagan menos de lo que te dijeron pero se siente mayor, se sabe mayor. Mariana intuye que no va a encontrar trabajo fácilmente, en cuanto la ven, le dicen que no. Sólo quieren chicas jóvenes que son rápidas y que no tienen papeles, que tienen prisa por marcharse a otra casa donde ganar más o trabajar menos. Ella no, quería a esa familia que ni siquiera se ha despedido de ella.
     Sabe que ha roto cosas pero tenían muchas, demasiadas. Reconoce que a veces se sentaba a descansar pero es que se levanta muy temprano y tantas escaleras la matan. Algunos días no hablaba y estaba enfadada recogiendo la ropa de los chicos pero es que hace dos años que no ve a sus hijos y aún no conoce a su nieta y la Navidad se le hizo muy dura y este verano que creía podría pagarles el billete para que vinieran a verla se ha quedado sin cobrar las vacaciones y no vendrán.
     Recorre con la mirada las estaciones que van pasando una tras otra hasta llegar a la suya. Veinte en total. Otro motivo para no disgustarse, estaba demasiado lejos. Intenta estar relajada, quiere llegar al piso compartido, lo mejor posible, su marido la estará esperando con la misma cara de pena que tiene desde que llegaron hace cinco años. No tiene trabajo, nadie quiere a un matemático que pasa de los cincuenta porque para pintar, conducir, llevar la carretilla o ser guardia de seguridad hay muchos y mas jóvenes. Mariana quiere ser optimista pero no la dejan.
     Sonríe al pensar que cuando se casaron soñaban con viajar y lo han conseguido pero a un precio que nunca quisieron pagar. Grecia fue el primer destino triste, luego una Italia próspera los abandonó, después una España que creyeron solucionaría su vida y que no les ha traido nada más que distancia. Hace muy poco en una noche en blanco como tantas otras, abrazados pensando en sus hijos y en lo que aún ellos necesitan, se imaginaron una Alemania que podría ser la solución pero ellos no saben alemán. Ellos ya no saben nada.
      Lo mejor será volver. Sin dinero, con mas años, sin poder echar una mano a sus hijos, pero volver. Su marido no quiere regresar como un fracasado aunque aquí ya nadie les ofrezca ilusión. Se irán. Está decidida. Volverán a su país, a su pueblo, al hospital donde trabajó tantos años, a conocer a su nieta, a poder vivir sin angustia, sin pena. Al final que me hayan echado ha sido lo mejor, se repite una y otra vez para poder convencerse. 
     Siempre le puso una sonrisa a la vida y muchas ganas y ahora no va a cambiar. Nadie va poder con ella, si no la quieren para trabajar porque es mayor, da igual, no la van a vencer. Ni una guerra pudo con ella.
     Mariana se va pero no está rota. 




lunes, 2 de julio de 2012

¿Y ahora qué?

     Las banderas siguen colgadas de las ventanas balanceándose de alegría por la gesta cumplida. La marea roja ya duerme sueños de aventura para la próxima vez. Las cámaras y los micrófonos se despiden hasta la próxima con el trabajo bien hecho y cada uno de nosotros felices porque lo conseguimos otra vez.
     Han sido días de ilusión y de aparcar problemas. Momentos en los que fuimos felices porque nos sentíamos fuertes. Minutos de gloria que hemos compartido entre los ratos de dureza que tenemos y tendremos. Durante casi un mes hemos superpuesto dos planos de nuestra misma realidad, algo bastante complicado pero que tal y cómo somos los españoles lo hemos podido conseguir como si fuera lo más fácil del mundo.
     En el momento que nos preparábamos a ganar a Portugal nos anunciaban en rueda de prensa que ya pagábamos los medicamentos y mientras Cristiano Ronaldo con cara de decepción proclamaba  a los cuatro vientos, una supuesta injusticia, nuestros jubilados contaban las recetas de las pastillas del colesterol que ya, sí, pagarán. Poco, dicen algunos. Los jubilados tan acostumbrados hacer cuentas aplaudían el penalti de Iniesta a la vez que sumaban lo que les costará su hipertensión. Madrugadas en las que soñábamos con darle un repaso a Italia, mientras que Rajoy y Monti hacían piña para hacerle frente a una Merkel invencible. Un acuerdo España-Italia para ganarle el partido a Alemania. Todo muy deportivo, muy futbolístico y muy de cambiarnos la vida, de alumbrárnosla o dejarla a media luz como hicimos el domingo cuando veíamos la final de la Eurocopa. Una final de sombras para Italia, de luces para España, pero de luces muy caras. No nos acordamos que mientras encendíamos el aire acondicionado para no sufrir mas calores que los indispensables, nos costaba mas caro que el día anterior, pero tal y como van las cosas, mucho menos que mañana.
     Cuando vencimos a Italia con ese inmisericorde 4-0 cantamos el Viva España y el Soy Español a voz en grito porque nos lo merecemos, porque jugamos bien y porque como yo, muchos hemos sufrido con la Selección lo indecible, eso sí, cuando no pasábamos de Cuartos todos vivíamos como si fuéramos ricos o al menos nos lo hacían creer con unas hipotecas que nunca terminaremos de pagar porque al españolito de La Roja no lo rescata nadie.
     Hemos realizado una hazaña casi igual que el aparcar en el centro de Madrid cuando saludábamos a los campeones en su paseo por las calles llenas de gente. Y no porque no hubiera plazas de aparcamiento, sino porque desde el mismo instante que pisó Iker La Cibeles, el parquímetro, costaba un diez por ciento más, no por culpa de nuestro capitán, claro, que para eso están los poderes municipales, para subir los impuestos cuando proceda. Aunque eso no es nada comparado con el transporte madrileño que muy pronto subirá por tercera vez en lo que va de año y tampoco nada que ver con el sacrificio que hoy mismo nos han pedido porque es momento de acelerar reformas. Cuando escuchamos cosas de ese calibre, rápidamente pensamos en el IVA subiendo como la espuma y las Comunidades Autónomas haciendo unos recortes para espantar al mas pintado. Pero como ha dicho el Rey, la Selección nos ha hecho muy felices. Y es verdad. Y les damos las gracias y a Del Bosque un montón, porque nos gusta ser español y el fútbol, pero ¿y mañana? ¿volveremos a la realidad de golpe?     
     Hemos ganado la Eurocopa, algo que nos resulta fantástico y de lo que nos sentimos orgullosos pero la luz ha subido, y el gas, y los mineros siguen con sus protestas y los parados tienen que hacer cola para renovar su tarjeta y los pensionistas  han oído que en Europa piden que recorten su sueldo, igual que a los funcionarios y al final con tanto superponer las dos realidades en estos días, me he hecho un lio y no dejo de darle vueltas a varios asuntos y tener algunas dudas en esta noche de victoria deportiva y de resaca de triunfo ¿le hemos metido un gol a la Merkel o lo hemos soñado? O mucho peor, con tanta euforia, lo que de verdad ha sucedido es que ¿nos han metido un gol en nuestra porteria?

viernes, 29 de junio de 2012

¡Vamos a ganar!

     Tenía que ser esa tarde. Tenía que ser justo cuando todos están preparados para ver si España llega a la final. Tenía que ser ése, el día mas triste.
     Cuando todos van corriendo para llegar a ver el partido, ella no tiene prisa, sabe que en casa están ya sus hijos y sus novias, los vecinos mas futboleros de la urbanización y su marido preguntándose donde está y qué diablos tendrá que hacer, justo esa tarde. Menos mal que ya ha dejado la tortilla y los aperitivos tapados con papel de aluminio, todo reluciente, como su cocina, como su vida hasta hace muy poco. En una décima de segundo todo ha cambiado. Camina por las calles vestidas de banderas, se mezcla con chicos felices y presurosos con sus bolsas de refrescos y patatas fritas  y ella es una más que se encamina a la cita de España y Portugal pero sin ganas y por dentro negra como su pena, como la sombra de su pecho.
     La habían citado con una llamada telefónica, pocas horas antes para que fuera a la consulta y ella colgó el teléfono sin poner una objeción, sin decir que la casa se le iba a llenar de gente y que era el partido de la semifinal y pensando que la seguridad Social, cuando quiere es muy rápida. Intuía que la cosa no estaba para esperar que iba todo a una velocidad de peligro. En cuanto llegó, rápidamente la pasaron a consulta y allí con un doctor mas amable que de costumbre, con una enfermera de pie, mirándola con pena contenida, escuchó lo que nunca hubiera querido volver a oir. Ahora no era su hermana, ahora era, su diagnóstico, ella también tenía cáncer, en la mama izquierda, la que mas le dolía cuando le daba el pecho al mayor, recordó, como si aquello tuviera un significado.
     Sintió como si todo rebotara en las paredes blancas, como si fuera un sueño escuchó las palabras, recuperación, quimio, hemos llegado a tiempo, reconstrucción… sólo cuando dijo el doctor, lo de vamos a ganar, volvió a la realidad de la consulta y recordó que ya la estarían esperando para ver el partido y pensó en las camisetas rojas que ya tendrían puestas, en las caras de las chicas pintadas de rojo y amarillo y en la impaciencia de su marido, sin ella no sabía hacer nada, la necesitaba para todo y la quería tanto...
     Dejó al doctor casi con la palabra del consuelo por decir, de todas maneras, él también querrá llegar a su casa pronto, pensó. Y se marchó, pensando que cuando volviera al hospital ya nadie tendría tanta prisa y ella tendría aún mas miedo.
     Con un por fin, la reciben en casa, si ella no hubiera estado el partido no se vive igual, le gritan, eres la que mas anima, les das suerte a la Selección. Qué saben ellos, nada, ni falta que les hace, esta noche se ve el partido y se gana, se grita a si misma, nos queda mucho tiempo de pena.
     Y se enfadó en las faltas, y se mordió las uñas en los penaltis y saltó de alegría y se abrazó a su familia y amigos cuando ganamos y nos vimos en la final y cantó con lágrimas en los ojos lo de a por ellos y pensó que sus niños y su Jose, no necesitaban saber lo suyo hasta el lunes, qué mas daba un día que otro y así el domingo volvería hacer la tortilla, a preparar los aperitivos y esta vez ella también se pintaría la cara y se emocionaría como todos, como siempre había hecho y seguiría haciendo
     Durante la noche y la otra noche en blanco sólo tiene una idea en la cabeza, una idea a repetir y conseguir...Seguro que ganamos la Eurocopa, seguro que nos merendamos a Italia, seguro que mis hijos se van a celebrarlo por Madrid, seguro que España es una fiesta y yo más y esperaré hasta el día siguiente y entonces, sí, entonces les digo que yo también voy a ganar, que no me pasará como a mi hermana, que ahora hay mas adelantos y que yo tengo que preparar muchas meriendas para muchos partidos y que no les voy a dejar por nada del mundo y que el siguiente partido es el mío y que ahora, a mí, me toca ganar. 


domingo, 24 de junio de 2012

Yo me borro

     Desde hace unos días vengo pensando en el rumbo de este blog, en seguir como hasta ahora o cambiar radicalmente y convertirme en una página donde dé consejos y noticias, analice lo que nos ofrece la prensa a las de 50 y cosas por el estilo. El motivo de la duda viene porque la gente me cuenta, opina, me critica, todos con muy buen criterio y con ánimo de ayudar, tanto que alguno pensó que una de las historias que cuento me había ocurrido a mí e intentó ayudarme para que no sufriera, cosa que le agradecí. Los hay que me piden que escriba más, otros que me moje, que opine y un sinfín de consejos que estoy evaluando y no sé hacia donde me llevarán. Lo mas probable es que siga haciendo lo que quiera, cosa habitual en mí: escucho, pienso, dudo muchísimo, vuelvo a dudar y luego, como todo el mundo, hago lo que quiero.
     Pensando en todo ello me he ratificado una vez más, en lo difícil que es contentar a todo el mundo y más cuando te expones como lo hacemos nosotros los periodistas, los contadores de historia o todo aquel que tiene a dos personas enfrente escuchándo o leyéndote. Nos exponemos a las críticas, a los consejos pero no a que te insulten, te hundan o te desprecien. En estos días de fútbol, pasiones y triunfos ha sido devastador el leer lo que se decía por la red, de gente que trabaja y mucho, que ha estudiado, que se ha preparado para su profesión, que quiere hacerlo lo mejor posible y que tiene  familia. Ha sido devastador y vergonzoso ver como se maltrata y se lapida con la disculpa y el escudo de la pasión que se desborda. Es tremendo comprobar lo vil del ser humano cuando hay un reducto de sombras que es, precisamente, donde se cobijan los cobardes.
     Si un presentador, cantante o político no me gusta, ni le veo, ni le escucho, ni le voto, pero no utilizo la red, ocultando mi identidad, sin dar la cara, para insultar, mofarme o para desprestigiar y menos escudado en un nombre idiota, como el vengador de la tele, Afrodisio men o tonterías similares. Escondido en burlas y bromas en estos días he podido leer lo que la envidia, el machismo mas enconado ha hecho con Sara Carbonero en particular y en general con todos los comentaristas de la Eurocopa. Twitter, Facebook es así, me intentan convencer pero yo sigo sin entender como algo positivo se puede utilizar para hacer tanto daño.
     Lo de las críticas constructivas, siempre me pareció un tópico pero en estos momentos se hace patente, no se quiere ayudar, no se quiere criticar para que las cosas salgan mejor, no, se quiere hacer daño, se quiere arruinar al otro para no ver la propia mezquindad.
     También hay otros que con nombre y apellido utilizan sus columnas para tirar por tierra, criticar y ningunear, lo que es competencia de quién le paga. El señor Boyero, que es un gran crítico de cine, creo, de televisión deja mucho que desear y cuando habla de los comentaristas de Deportes, peor, sólo le parecen bien aquellos que pertenecen a su círculo de compañeros de trabajo y amigos. La gente que lo lea y no sea de la profesión puede no darse cuenta, otras veces está demasiado claro. Pero al fin y al cabo él da la cara y la firma, aunque se la partan en algún momento, pero a los otros, a los salvadores de la patria ocultos por el antifaz de internet, a los mas cobardes que no dirían nada si se les mirara a los ojos, a esos ni agua, ni una media sonrisa por sus ocurrencias dañinas y ojalá nadie les siguiera en su mísera existencia virtual.
     Como dijo el gran Ramón Trecet el otro día, si para estas cosas sirve Twitter, yo me borro.
     Y yo también.


domingo, 17 de junio de 2012

Y nos tocó a nosotros

     Hay que tener mala suerte. Cada día repitiendo en todos los telediarios que vamos a estar trabajando hasta que se tenga un porrón de años y a mi marido lo tienen que jubilar con cincuenta y seis, sí, con cincuenta y seis, antes que a nadie. La empresa siempre fue muy potente y arreglaron lo de las bajas antes de este lio de la crisis pero yo me pregunto ¿me tenía que haber tocado a mí? ¿nos tenía que haber tocado anosotros? 
     Lo de la alegría del jubilado sería para mi padre que estaba hartito de trabajar y para mi madre que le hacía la compra y se iban de viaje y esas cosas. Es alegría, también  para mis vecinos que les ha pasado lo que a nosotros pero que están todo el rato de pingo, pero ¿para mí? Un suplicio, eso es lo qué es y punto.
     Yo nunca he trabajado fuera de casa pero tenía mucho que hacer, con los niños, con tanto preparar, con tanto lavar y ahora sigo igual y nunca me importó y yo estaba feliz pero con él sin trabajar, esto es un martirio. Cuando no está dando vueltas por la casa siguiéndome a todas partes que me pone de los nervios, está viendo la televisión o se queda dormido a cualquier hora y lo del ordenador me lleva los demonios: toda la santa noche que está dándole a la tecla y la mirada fija en la pantalla, como si le fuera la vida en ello. Como no duerme por la noche pues al día siguiente hasta las santísimas y vuelta a empezar. ¿Salir? Ni mentarlo, que dice que tiene principio de depresión. Como si la depresión estuviera avisando que voy que voy. Pero no hace nada por remediarlo  y repite todo el rato lo de qué pena lo de sentirse mayor y que ya no sirve para nada y que se le hacen los días eternos y no sé cuantas pamplinas más que a mí, me va a volver loca.
     Nunca fuimos de salir mucho porque dinero no había pero es que él tampoco era la alegría de la huerta, eh, era trabajador, me trataba bien y la cosa no iba mal del todo pero ahora yo no sé si voy aguantar. Ni yo, ni él porque se le ha puesto un carácter de no soportarlo y al final tengo que saltar.
     Tampoco es necesario como mis vecinos que dicen que están ahora mejor que cuando se casaron. Eso tampoco me lo creo yo. Como tampoco me creo, que con ir a pintar, hacer excursiones y a bailar tangos como hacen ellos, estén viviendo una segunda luna de miel. Que no me lo creo que él también es joven para estar jubilado y ella es como yo que tiene los cincuenta recien cumplidos y que no pueden estar tan felices por estar como siameses.
     Y digo yo, el mundo ha estado siempre muy mal organizado, sí, y muy mal repartido pero si ahora no hay trabajo y los que lo tengan van a estar hasta los ochenta en el tajo porque no hay dinero para pensiones, me quieren decir ¿por qué jubilaron a mi marido antes de tiempo? ¿por qué nos hicieron esta faena?  A nosotros y a todo el mundo empresarial. Y el Estado no debe estar muy contento porque nos va a pagar la pensión treinta años.
     ¡Pues si que saben ustedes de economía y de matrimonios¡