domingo, 19 de octubre de 2014

Hoy todos de Rosa. 19 de Octubre

     Se acaba el domingo. Se hace de noche y ella se refugia en imaginar el futuro, en pasar página rápidamente de esta época rota y dolorosa.
      Mira por la ventana y se enamora del atardecer de su ciudad que hoy se ha vestido de un tono rosado.
      La mañana comenzó con los que se pusieron zapatillas y camisetas rosas, para correr por ella. En la televisión, en la radio, durante todo el día, han informado de las 25.000 que lo superan, de las nuevas investigaciones... Todo el mundo habla del tema. Ella también. Ojea la revista con fotos de famosas y su pañuelo rosa. Guapas, conocidas y que saben lo que es, lo han sufrido, lo han vivido de cerca. Igual que tantas otras. Igual que ella.
     Quiere que pase el día, que pase la semana, que pase todo. No tener que  seguir sacando fuerzas y ganas de dónde a veces no hay. No quiere que sufran por ella, no quiere sufrir, no quiere pero tiene que continuar porque de ésta tiene que salir. Porque de ésta, va a salir.
     Aunque la cuidan, la apoyan y se siente querida, sigue con el miedo frío a la próxima sesión de quimio y con pesadillas que le traen los recuerdos mas duros de este tiempo cruel, de este camino lleno de incertidumbre. De un camino que comenzó hace sólo unos meses y que hace  que lo anterior parezca otra vida,  otro mundo muy lejano, pero que era el suyo, hasta que todo cambió. Y aunque no quiere revivir los momentos malos, nota lo que ya no está, lo que se quedó en el quirófano. Se toca la herida que le dio miedo destapar, se mira al espejo y aunque le han dicho que  dentro de poco será como antes, ella sigue sin ver nada.. Ella no era así.
      Sabe que va a poder, pero es tan duro todo: el malestar, el cansancio, el dolor, la peluca, el sol... aunque lo peor es sentirse tan frágil. Ella que se creía fuerte, dura, optimista.... en una décima de segundo todo cambió. Y ahora, es mas valiente
     Su sicóloga la ha ayudado a mirar y pensar en positivo. Sus compañeras de la Asociación le dan fuerza cada vez que las ve sanas y salvas. Su marido la acompaña en todo su peregrinaje. Sus hijas,....sus hijas es otro tema. No puede ni pensar que puedan sentir lo mismo que le pasó por su cabeza cuando le dijeron que se veía algo en la mama izquierda. Ella se acordó de su abuela, de la pobre abuela y de su padecer, hace tantos años. Se tienen que hacer revisiones, se tienen que hacer revisiones, aunque sean muy jóvenes. Se repite una y otra vez. Que las niñas no tengan que pasar por esto. 
     Y piensa una y otra vez que va a salir, que sí, que le ha tocado, pero que va a salir y vuelve a mirar al futuro y vuelve a ver desde su ventana una ciudad vestida de rosa que hoy ha sentido mas cerca. Porque las pequeñas cosas, ahora le saben mejor.  

     Hoy todos de rosa.  Por ella.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Volver siempre cuesta

     Aún no sé porque estoy sentada delante del ordenador intentando retomar lo que dejé hace tiempo. Un abandono que se produjo, no por desidia sino simplemente,  por temor a las críticas, las mías las primeras y las peores, pero también,  por miedo a los halagos a los que jamás me he acostumbrado. 
     Desde pequeña me inculcaron que si me decían que era guapa o lista, era por cumplir, por quedar bien y si me señalaban un defecto era para que lo ocultara, lo escondiera y así he crecido: encogida.... por los piropos o por los desprecios, da igual, encogida. Me educaron, como a muchas para ser luchadora pero sin que se note, mandar si que te vean, ser como ellos pero sin gritos. Y sobretodo, que nadie pudiera decir nada de tí. Con el no dar que hablar de mi generación, me fastidiaron la autoestima para siempre. Y escribir un blog personal es dar que hablar.....Un libro es otra cosa, pero un blog personal, es exhibición, es...dar la campanada.

     Escribir es una forma de desnudarse haciendo creer que no hablas de tí, que sólo es tu mirada, que eres periodista y cuentas lo que ves. No es cierto. Cuando es una noticia, puede. Cuando creas personajes, cuando les das voz, no. En cada uno de ellos está parte de tu vida, puede que no lo hayas sentido pero si lo has rozado. 
      He releído algunos de los post que ya cumplen mas de dos años y he descubierto que Una de 50, soy yo. No he tenido cáncer, pero si lo he sentido. No tuve nunca depresión pero sé a qué saben las lágrimas. No he limpiado en una casa, pero sé de esfuerzo y de humillaciones. No me han desahuciado pero me han cortado raíces. Nadie me maltrató pero he visto el temblor del miedo, en una mano. 
       Cada una de las páginas de este blog son muchas mujeres que ya cumplieron cincuenta y soy yo misma.   
  
      Me cuesta mucho enseñarte lo que hago. Mostrarte lo que no sé. Retratarme en cualquier pantalla, sin pudor. Buscar que se hable de mí. Volver a escribir en este blog. Volver a sentir la inutilidad de lo que cuento. Volver a crear expectativas en los que piensan que tengo algo que decir. Y sufrir porque defraudo, canso o simplemente me quedo en la frivolidad de ser escuchada.   
      Me cuesta pero realmente quiero volver a ser Una de 5o porque, entre otras cosas, aún lo soy y porque vuelvo a estar harta que se pase por encima de nosotras porque ni somos jóvenes, ni viejas. Y porque las de mi generación, encogidas o soberbias, triunfadoras o excluidas, rotas o perfectas, tenemos también mucho que decir, aunque  no tengamos revistas dedicadas a nosotras, ni tiendas exclusiva donde escoger nuestra ropa, ni programas de televisión... no nos importa. No me importa.  

          Me cuesta... pero vuelvo a tí y a mi misma... vuelvo a ser Una de 50 
      

martes, 11 de diciembre de 2012

Número Privado

     Otra vez suena el teléfono. La misma llamada. Número oculto. Número privado. Número desconocido. Marisa sabe muy bien quién llama.
     No les conoce pero sí sabe lo que le van a decir con voz cantarina y amistosa: Buenos dias, somos del Banco, queríamos recordarle que tiene un descubierto de 850 euros y queriamos saber y concretar la fecha de cuándo va a pasar por su sucursal para regularizar su sitiación. Gracias.
     Se lo sabe de memoria. Lleva un mes escuchando parecidas frases, unas veces en un tono amable y otras mas exigente. Cada semana, casi, cada día, incluidas las aburridas y solitarias tardes del sábado. Y ya no quiere más, ya no puede oirlo otra vez, no le quedan palabras de disculpas que dar, a alguien que no conoce y a quién  su problema no le importa nada.
     La primera vez se enfadó porque si no le habian pasado su nómina, ella qué podía hacer, además el Banco ya le había cobrado el recibo de reclamación, luego llegarian cuatro más, en total cien euros que sumar a la deuda y ¿qué quieren más de ella? No tiene a nadie a quién acudir. Su hermano, lejos, en Canadá, con sus hijos, sus nietos y feliz y su madre, la pobre, creyendo que su hija, aunque soltera, está bien, tranquila, con su trabajito en la mercería. No saben que lleva meses sin cobrar, uno porque está a miles de kilometros de distancia y la otra porque está cerca, demasiado cerca. Además, a su madre no le puede pedir dinero porque su pensión de viuda es baja y encima, le daría un disgusto.
     Marisa se aguanta por vergüenza, por su madre, por su jefa que parece que la aprecia y porque todos dicen lo mismo, que esto está muy mal, que los jóvenes por jovenes y los mayores por mayores, que no hay trabajo y piensa que para ella menos.
     Treinta años en la mercería del barrio y siempre estuvo contenta de trabajar en La Progresiva. Conoce todo lo que hay que saber de puntillas, hilos, medias y bodoques, ha vendido kilometros de cintas y lazos pero ahora, no entra nadie. Y su jefa llora, no paga y dice que cierra. Y Marisa no lo puede creer, no lo quiere creer ¿quién la va a contratar a ella? ¿qué va hacer? Aunque a veces casí prefiere que se cierre, que se termine todo y así cobrar algo, por lo menos el paro y el Banco dejaría de llamarla a las nueve de la mañana, cada lunes, cada día, cada semana, para recordarle que vaya a su sucursal a pagar lo que debe, lo que no tiene.
     Vuelve a sonar el teléfono. Número oculto. Son ellos. Si no descuelga, volverán a insitir una y otra vez y si se arma de valentía y contesta ¿qué les dice? ¿qué su jefa no le ha ingresado tampoco este mes la nómina? y a ellos, qué les importa.
     Se decide, descuelga: sí, ya, pero es que no puedo solucionarlo de momento. No tengo. Más me gustaría a mí arreglarlo.¿ Por qué no me comprenden?. ¿Por qué no me dejan de llamar? ¿No hay otros que deben más?. Ya sé que están haciendo su trabajo pero yo también, y no cobro y de verdad que no tengo.
     Cuelga, llora, suspira, intenta recomponerse y piensa que tiene otra semana de margen. Lo mismo, su jefa le paga algo y por fin puede acercarse a su sucursal y dejar de mirar con miedo la pantalla del teléfono por si aparece el  número privado. El oculto. El incansable.
     Y descansar.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pon un despropósito en tu vida

     La noche confude a muchos pero nunca creí que a estas alturas, me iba a influir a mí.
     Por una serie de circunstancias totalmente caóticas, la otra noche, me encontré en un local de copas de lo mas moderno, con mis amigas mas reinas, con mi marido, mi hijo y con mi primo pequeño ¡todo un despropósito¡
     Y digo despropósito porque si sales a cenar con tus amigas solteras, jóvenes y profesionales estrella...sales a cenar y no te apuntas a las copas en el sitio mas moderno de Madrid donde ellas se mueven como se tienen que mover y no como una de 50 que lleva unos tacones altísimos que para estar sentada (esa era la primera idea), fantástico pero para abrirte paso entre danzantes desenfrenados pues es un horror. Problema mínimo si no se lleva además, abrigón, bufanda extra larga y bolso de tamaño natural. Amén de un vestidito del siglo pasado que te has puesto simplemente para probar como te queda..
     De esa guisa me encontré en el garito. Las prendas de abrigo colgadas en el brazo izquierdo ocupando media pista de baile y en el derecho el bolsón y un vaso en mi mano, peligrosamente oscilante porque me empeñé en hacer lo que todos: moverme. Moverme pero muy mal. Me debatía en la duda entre si tenía que agitar suavemente la cabeza y el cuello al compás de la música, mi brazo con la copa de arriba abajo o el pie dolorido. Y yo, como soy muy mía, opté por hacerlo todo a la vez. No quiero pensar el resultado pero si contar que en ese  imcomparable momento que acabo de relatar y rodeada de diosas de la televisión que a su vez estaban rodeadas de babeantes hombres, apareció mi marido.
     En alguna etapa de nuestra vida él ha sido mi tabla de salvación pero en aquel instante lo fue más aún porque ¡era uno de los mios¡. Es decir ahora era él, el mas mayor del local y además, llevaba chaqueta y ¡abrigón¡
     Fueron instantes de inmensa gratitud discotequera que duraron poco porque como una visión alucinógena, aparecieron mi hijo y mi primo, son de la misma edad, trabajan juntos y querían tomar una copa con sus compañeros y allí estaban y nos presentaron a todos. No quiero pensar tampoco, los comentarios al dia siguiente en torno a la máquina del café.
     Desde la foto de la boda creo no recordar una tan bonita estampa nuestra, con pose de enrollados, con cara de  mucho mundo vivido pero con los abrigos, las bufandas, el bolso, los vasos que cada vez son mas grandes, un calor sofocante y trescientas personas rodeándonos, pero, nosotros, nos sentíamos en perfecta armonia. Un despróposito.
     Nos fuimos en el instante que un graciosillo le preguntó a mi hijo que cómo se sentía estando de copas con su padre, a lo que él apostilló: "y con mi madre"
     No quisimos escuchar más. Somos una familia en la que cada uno debe saber cuándo estar, cuándo llegar y cuándo marcharse. Ese era el momento.
     Salimos del local liberados y con una alegría tonta por el cuerpo por estar tan en la onda, cuando un hombretón con poderío salió corriendo detrás de nosotros. Era el dueño del garito. Yo pensé rápidamente que nos iba a recomendar que por favor nos abstuvieramos de volver porque desentonábamos notablemente, con la estética del local, pero no, lo que quería era agradecernos, no que nos marcháramos, que podía ser perfectamente, sino el haberle ayudado cuando era becario. Nos quedamos impertérritos y estupefactos.       
     No teniamos ni idea quién podía ser. Después del reconocimiento por parte de él y el desconocimiento por parte nuestra que en vez de un jovencito nos encontrábamos ante todo un señor ejecutivo, nos despedimos dándoles las gracias, también.
     Nos montamos en el coche por fin, nos miramos y muertos de risa, dijimos: qué mayores somos, qué noche de despropósitos, pero ¡qué divertido¡
    

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mañana será diferente

   Hay dias que es muy duro ser Una de 50.  Porque te das cuenta que no tienes ni las mismas fuerzas, ni las mismas ganas. Porque no te salen las cosas como soñaste. Porque intentas reinventar la realidad y te salen garabatos. Porque ya no tienes mas indignación que sacar cuando ves  políticos estafadores,  yernos trincones, ex Presidentes de la Patronal detenidos y sinverguenzas sin limite a los que encima te estás acostumbrando a ver, sin que se te revuelvan las tripas y sin salir a la calle para encontrar la arena de la playa.
   Hay dias en los que ya no tienes la llave para solucionarle los problemas a nadie y menos a los que quieres. Porque hay dias en que todo se congela y en que no sirve ni llorar, ni siquiera decir una palabra.  Porque hay dias que llorar es un lujo.
   Hay dias que solo quieres pensar que otros consiguen sus sueños, que creen que esto se arregla y que ellos, lo van a conseguir. Porque hay dias que no quieres que existan ni en el calendario, ni en tu mente, ni en tu vida. Porque hay dias que es mejor callar y marcharte. Porque hay dias en que sientes que se te van los dias.
   Y pese a todo, hay quién aún espera que soluciones, vivas, sientas y tengas ganas. Y las tienes. Porque hay que hacerlo, porque es lo que esperan de tí, de Una de 50. Y lo haces y te vas a la cama temprano para dormir, para despertar pronto y empezar una nueva mañana como eras, como creen que aún eres. Porque todavía piensas que será diferente y que en una décima de segundo todo puede cambiar. Porque ni la crisis, ni los despidos, ni el dolor van a poder contigo. Como no pudieron nunca, como no podrán mañana.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Una de 50 y algo más

     Me ha costado lo indecible. No sabía comenzar. Ha sido muy largo el despojarme de pereza, de timideces y de dudas. Y todo por no saber como retomar este blog.
     El verano se escapó y llegó un otoño demasiado rápido en mi calendario. Durante este tiempo han sido muchos los que me habéis apremiado para que escribiera, otros me han dado por perdida y algunos se olvidaron de Una de 50. Normal. Normal todo, incluso mis dudas.
     Había pensado a instancias de algúno mas listo que yo, en ampliar el blog a web: Un follón. Tendría que hablar entre otras cosas, de viajes, cremas rejuvenecedoras y pamplinas similares.Que podría ser interesante, sí, que todo ello me gusta, sí,  pero no hacia nada más que preguntarme ¿y para qué?.
     Otros, también más listos que yo, me aconsejaban que incluyera fotos y  hay quién me dijo que lo que escribía sólo era una parte de mí, que yo era más dura y mas crítica. Que tenía que mojarme más, como había hecho toda mi vida y lo único que se me vino a la cabeza es lo de:  y así me ha ido.
     En fin que estaba hecha un lio, como cuando iba al colegio y no sabía si me gustaba el chico guapo o el pobrecillo de la clase. He de decir, aunque no venga a cuento, que siempre me hacía amiga del pobrecillo pero me enamoraba del guapo, al que por cierto no le interesaba nunca. Ya está, lo he hecho otra vez, desviándome del tema, enrollándome a lo tonto 
     ¿A alguién le puede hacer gracia estas naderias? No me contestes que a tí sí, que tú me quieres.
     A lo que vamos, sin dispersión. En los últimos dias, bajo la presión de unas amigas que quieren que continúe con esto y mi lucha por hacerles ver que lo que escribo no le importa a nadie, me han hecho ver que hay mucha gente que escribe las mismas chorradas que yo pero que se las editan y aplauden. Visto así, me acabo de dar cuenta que no sé si me estaban halagando o no. En fin, que me da igual que es verdad que lo mio es la misma tontería que otras muchas pero es mía y de los poquitos que me leen. Y he pensado, pues que sigo. Total.
     También puede que me de pena pensar  que aquellos que habéis creido que este blog saldría adelante, os habría decepcionado o puede, también,  que la vanidad me ha vencido porque hace meses que no oigo un, me encanta, me he reido o me he emocionado con lo que has escrito. Y duele no escucharlo, la verdad.
     Decidido. Sí. Voy a seguir. Sn pretender nada, sin necesidad de espacio en la mente de nadie, sin tan siquiera espacio en mi ordenador, seguiré y les diré a los que me esperaban, que ya estoy aquí, no sé muy bien para qué, pero que estoy y que sigo siendo Una de 50 y un año más

viernes, 13 de julio de 2012

La marea negra

      Aparecieron en la oscuridad de la noche que es tan suya, con las linternas encendidas como el primer día que bajaron al pozo. Llegaron cansados de andar pero con fuerzas para pelear y arropados por gente que hacia suyos sus problemas. Les abrazaron como si fueran de la familia, quizás porque lo eran o porque todos han dicho o han pensado en algún momento, que más dura es la mina. Y lo es.
     Amanecieron con la garganta ronca por pedir lo que es suyo, lo que les corresponde. Lucharon durante todo el día con pancartas para que se les escuche y no se les regañe por no haber sabido utilizar las subvenciones. Se pasearon por unas calles radiantes que les aplaudían aunque alguno hubiera gritado desde el altavoz del poder que eran unos terroristas y unos vándalos que pedían sin conocimiento, sin saber que el carbón ya no sirve, que es de otro siglo.
     Se sintieron queridos por la mayoría aunque alguno repitiera hasta la saciedad que cobran pensiones muy altas y desde muy jóvenes, desconociendo lo duro que es ser picador, allá en la mina y sin enterarse que hay una enfermedad que se llama silicosis que puede ser mortal y que en los últimos segundos de vida te asfixia y te hace buscar, pedir aire para respirar aunque estés atado a una bombona de oxigeno.  
     Recibieron respuesta de los que no pueden hacer nada y silencio y malas contestaciones de los que mueven los hilos. Los mineros no tienen bonus, ni acciones, sólo una nómina que algunos dicen que es demasiado alta pero que van a perder dentro de muy poco. Los que deben y pueden solucionarlo siguen callando o diciendo que la minería no es una pieza esencial de la Economía como son los Bancos y que eso es todo amigos, que el carbón es historia y el minero también, dignos de un museo. Museo que no visitarán jamás los que han visto subir de las entrañas de la tierra, a su padre tiznado de negro después de haber estado encerrado muchos días por luchar por lo que pensaba que era futuro y por un trabajo digno, aunque repetirán para que a nadie se le olvide, que el abuelo fue picador allá en la mina y que allí, quemó su vida. Para nada. Ya no hace falta.
     La marea negra se aleja de Madrid dejando un cielo gris con miles de partículas de carbón que se funden en el aire, donde aún suena el eco de un himno, de una Santa Bárbara bendita, cantada con voces rotas y sin esperanza. Todo vuelve a su sitio, al lugar que le corresponde, cada uno a su casa y a su rutina y el minero a la suya, a su pueblo sin futuro y a su pozo negro.