domingo, 8 de julio de 2012

Mariana se despide

     Cierra la puerta por última vez. Se va con lágrimas por estallar y cargada con una bolsa de plástico donde lleva la ropa de trabajo que ha usado durante dos años. Mariana sabe que no volverá nunca aunque le han dicho que cuando estén mejor las cosas pueden volver a llamarla. Mentiras para no herir demasiado, para no decir que no te quieren.
       Ha entregado las llaves a la señora, a la misma que creyó era casi su amiga, a la que le hizo un regalo en su cumpleaños. Es cierto que se ha portado bien conmigo, piensa, que cuando estuve mala con lo del pie me pagó todo el sueldo. Otras veces, sin embargo, sabe que se enfadaba porque no hacía lo que ella le decía y que pensaba que no estaba suficientemente limpio o mucho peor, que creía que era muy lenta.
     Tarda más de lo acostumbrado en llegar a la boca de metro donde hay un contenedor de basura y allí tira con rabia, la bolsa. Se acabó, no volverá a limpiar más casas donde te echan sin avisar, donde te engañan y te pagan menos de lo que te dijeron pero se siente mayor, se sabe mayor. Mariana intuye que no va a encontrar trabajo fácilmente, en cuanto la ven, le dicen que no. Sólo quieren chicas jóvenes que son rápidas y que no tienen papeles, que tienen prisa por marcharse a otra casa donde ganar más o trabajar menos. Ella no, quería a esa familia que ni siquiera se ha despedido de ella.
     Sabe que ha roto cosas pero tenían muchas, demasiadas. Reconoce que a veces se sentaba a descansar pero es que se levanta muy temprano y tantas escaleras la matan. Algunos días no hablaba y estaba enfadada recogiendo la ropa de los chicos pero es que hace dos años que no ve a sus hijos y aún no conoce a su nieta y la Navidad se le hizo muy dura y este verano que creía podría pagarles el billete para que vinieran a verla se ha quedado sin cobrar las vacaciones y no vendrán.
     Recorre con la mirada las estaciones que van pasando una tras otra hasta llegar a la suya. Veinte en total. Otro motivo para no disgustarse, estaba demasiado lejos. Intenta estar relajada, quiere llegar al piso compartido, lo mejor posible, su marido la estará esperando con la misma cara de pena que tiene desde que llegaron hace cinco años. No tiene trabajo, nadie quiere a un matemático que pasa de los cincuenta porque para pintar, conducir, llevar la carretilla o ser guardia de seguridad hay muchos y mas jóvenes. Mariana quiere ser optimista pero no la dejan.
     Sonríe al pensar que cuando se casaron soñaban con viajar y lo han conseguido pero a un precio que nunca quisieron pagar. Grecia fue el primer destino triste, luego una Italia próspera los abandonó, después una España que creyeron solucionaría su vida y que no les ha traido nada más que distancia. Hace muy poco en una noche en blanco como tantas otras, abrazados pensando en sus hijos y en lo que aún ellos necesitan, se imaginaron una Alemania que podría ser la solución pero ellos no saben alemán. Ellos ya no saben nada.
      Lo mejor será volver. Sin dinero, con mas años, sin poder echar una mano a sus hijos, pero volver. Su marido no quiere regresar como un fracasado aunque aquí ya nadie les ofrezca ilusión. Se irán. Está decidida. Volverán a su país, a su pueblo, al hospital donde trabajó tantos años, a conocer a su nieta, a poder vivir sin angustia, sin pena. Al final que me hayan echado ha sido lo mejor, se repite una y otra vez para poder convencerse. 
     Siempre le puso una sonrisa a la vida y muchas ganas y ahora no va a cambiar. Nadie va poder con ella, si no la quieren para trabajar porque es mayor, da igual, no la van a vencer. Ni una guerra pudo con ella.
     Mariana se va pero no está rota. 




5 comentarios:

  1. Cuántas Marianas¡ pero a veces nos culpan a los demás. Hay que comprenderlas pero a nosotros también

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  2. Pues.... menudo papelón||||

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  3. con los recortes, vamos a entregar las llaves todas, pero las de nuestras casas

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  4. Hola, yo también soy Una de Cincuenta. Me gusta tu blog, que es auténtico. Quería felicitarte y animarte a que sigas escribiendo. También quería pedirte que algún día, si te parece bien, escribas sobre lo mal que lo pasa Una de Cincuenta en el gimnasio... No lo digo por frivolizar; estoy encantada de compartir clase de pilates o de zumba con chicas monísimas... El problema no es la comparativa de cuerpos, es que no hay nada preparado para nosotras. Los instructores (machos y hembras) ni nos miran; les importa un pepináspero que se nos retuerza el gemelo o se nos cuartee la rabadilla. Los ejercicios están diseñados para anatomías de treinta años. Mi dinero es tan dinero, que yo sepa, como el de la gente joven; pero ellos sí importan, yo no. Otras amigas se quejan de lo mismo. Así que hala, a pasear al perro o a arriesgarme a que un día me dé un infarto por correr, que es la única opción que me queda. Quizá en madrid sea diferente, no sé... Y bueno, hay muchas otras molestias derivadas de haber cumplido 50, pero lo cierto es que a esta edad estamos bien, nuestro coco funciona mejor que nunca y nos queda mucha vida, buena vida, por delante. ¡Somos maravillosas!

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    1. Claro que somos maravillosas.... y tomo nota, aunque si quieres puedes leer un post de hace tiempo que te dirá como se sienten las de 50, en el agua ....

      http://una-de-cincuenta.blogspot.com.es/2012/04/el-agua-purifica-y-el-acuagym-tambien.html

      gracias

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