viernes, 29 de junio de 2012

¡Vamos a ganar!

     Tenía que ser esa tarde. Tenía que ser justo cuando todos están preparados para ver si España llega a la final. Tenía que ser ése, el día mas triste.
     Cuando todos van corriendo para llegar a ver el partido, ella no tiene prisa, sabe que en casa están ya sus hijos y sus novias, los vecinos mas futboleros de la urbanización y su marido preguntándose donde está y qué diablos tendrá que hacer, justo esa tarde. Menos mal que ya ha dejado la tortilla y los aperitivos tapados con papel de aluminio, todo reluciente, como su cocina, como su vida hasta hace muy poco. En una décima de segundo todo ha cambiado. Camina por las calles vestidas de banderas, se mezcla con chicos felices y presurosos con sus bolsas de refrescos y patatas fritas  y ella es una más que se encamina a la cita de España y Portugal pero sin ganas y por dentro negra como su pena, como la sombra de su pecho.
     La habían citado con una llamada telefónica, pocas horas antes para que fuera a la consulta y ella colgó el teléfono sin poner una objeción, sin decir que la casa se le iba a llenar de gente y que era el partido de la semifinal y pensando que la seguridad Social, cuando quiere es muy rápida. Intuía que la cosa no estaba para esperar que iba todo a una velocidad de peligro. En cuanto llegó, rápidamente la pasaron a consulta y allí con un doctor mas amable que de costumbre, con una enfermera de pie, mirándola con pena contenida, escuchó lo que nunca hubiera querido volver a oir. Ahora no era su hermana, ahora era, su diagnóstico, ella también tenía cáncer, en la mama izquierda, la que mas le dolía cuando le daba el pecho al mayor, recordó, como si aquello tuviera un significado.
     Sintió como si todo rebotara en las paredes blancas, como si fuera un sueño escuchó las palabras, recuperación, quimio, hemos llegado a tiempo, reconstrucción… sólo cuando dijo el doctor, lo de vamos a ganar, volvió a la realidad de la consulta y recordó que ya la estarían esperando para ver el partido y pensó en las camisetas rojas que ya tendrían puestas, en las caras de las chicas pintadas de rojo y amarillo y en la impaciencia de su marido, sin ella no sabía hacer nada, la necesitaba para todo y la quería tanto...
     Dejó al doctor casi con la palabra del consuelo por decir, de todas maneras, él también querrá llegar a su casa pronto, pensó. Y se marchó, pensando que cuando volviera al hospital ya nadie tendría tanta prisa y ella tendría aún mas miedo.
     Con un por fin, la reciben en casa, si ella no hubiera estado el partido no se vive igual, le gritan, eres la que mas anima, les das suerte a la Selección. Qué saben ellos, nada, ni falta que les hace, esta noche se ve el partido y se gana, se grita a si misma, nos queda mucho tiempo de pena.
     Y se enfadó en las faltas, y se mordió las uñas en los penaltis y saltó de alegría y se abrazó a su familia y amigos cuando ganamos y nos vimos en la final y cantó con lágrimas en los ojos lo de a por ellos y pensó que sus niños y su Jose, no necesitaban saber lo suyo hasta el lunes, qué mas daba un día que otro y así el domingo volvería hacer la tortilla, a preparar los aperitivos y esta vez ella también se pintaría la cara y se emocionaría como todos, como siempre había hecho y seguiría haciendo
     Durante la noche y la otra noche en blanco sólo tiene una idea en la cabeza, una idea a repetir y conseguir...Seguro que ganamos la Eurocopa, seguro que nos merendamos a Italia, seguro que mis hijos se van a celebrarlo por Madrid, seguro que España es una fiesta y yo más y esperaré hasta el día siguiente y entonces, sí, entonces les digo que yo también voy a ganar, que no me pasará como a mi hermana, que ahora hay mas adelantos y que yo tengo que preparar muchas meriendas para muchos partidos y que no les voy a dejar por nada del mundo y que el siguiente partido es el mío y que ahora, a mí, me toca ganar. 


domingo, 24 de junio de 2012

Yo me borro

     Desde hace unos días vengo pensando en el rumbo de este blog, en seguir como hasta ahora o cambiar radicalmente y convertirme en una página donde dé consejos y noticias, analice lo que nos ofrece la prensa a las de 50 y cosas por el estilo. El motivo de la duda viene porque la gente me cuenta, opina, me critica, todos con muy buen criterio y con ánimo de ayudar, tanto que alguno pensó que una de las historias que cuento me había ocurrido a mí e intentó ayudarme para que no sufriera, cosa que le agradecí. Los hay que me piden que escriba más, otros que me moje, que opine y un sinfín de consejos que estoy evaluando y no sé hacia donde me llevarán. Lo mas probable es que siga haciendo lo que quiera, cosa habitual en mí: escucho, pienso, dudo muchísimo, vuelvo a dudar y luego, como todo el mundo, hago lo que quiero.
     Pensando en todo ello me he ratificado una vez más, en lo difícil que es contentar a todo el mundo y más cuando te expones como lo hacemos nosotros los periodistas, los contadores de historia o todo aquel que tiene a dos personas enfrente escuchándo o leyéndote. Nos exponemos a las críticas, a los consejos pero no a que te insulten, te hundan o te desprecien. En estos días de fútbol, pasiones y triunfos ha sido devastador el leer lo que se decía por la red, de gente que trabaja y mucho, que ha estudiado, que se ha preparado para su profesión, que quiere hacerlo lo mejor posible y que tiene  familia. Ha sido devastador y vergonzoso ver como se maltrata y se lapida con la disculpa y el escudo de la pasión que se desborda. Es tremendo comprobar lo vil del ser humano cuando hay un reducto de sombras que es, precisamente, donde se cobijan los cobardes.
     Si un presentador, cantante o político no me gusta, ni le veo, ni le escucho, ni le voto, pero no utilizo la red, ocultando mi identidad, sin dar la cara, para insultar, mofarme o para desprestigiar y menos escudado en un nombre idiota, como el vengador de la tele, Afrodisio men o tonterías similares. Escondido en burlas y bromas en estos días he podido leer lo que la envidia, el machismo mas enconado ha hecho con Sara Carbonero en particular y en general con todos los comentaristas de la Eurocopa. Twitter, Facebook es así, me intentan convencer pero yo sigo sin entender como algo positivo se puede utilizar para hacer tanto daño.
     Lo de las críticas constructivas, siempre me pareció un tópico pero en estos momentos se hace patente, no se quiere ayudar, no se quiere criticar para que las cosas salgan mejor, no, se quiere hacer daño, se quiere arruinar al otro para no ver la propia mezquindad.
     También hay otros que con nombre y apellido utilizan sus columnas para tirar por tierra, criticar y ningunear, lo que es competencia de quién le paga. El señor Boyero, que es un gran crítico de cine, creo, de televisión deja mucho que desear y cuando habla de los comentaristas de Deportes, peor, sólo le parecen bien aquellos que pertenecen a su círculo de compañeros de trabajo y amigos. La gente que lo lea y no sea de la profesión puede no darse cuenta, otras veces está demasiado claro. Pero al fin y al cabo él da la cara y la firma, aunque se la partan en algún momento, pero a los otros, a los salvadores de la patria ocultos por el antifaz de internet, a los mas cobardes que no dirían nada si se les mirara a los ojos, a esos ni agua, ni una media sonrisa por sus ocurrencias dañinas y ojalá nadie les siguiera en su mísera existencia virtual.
     Como dijo el gran Ramón Trecet el otro día, si para estas cosas sirve Twitter, yo me borro.
     Y yo también.


domingo, 17 de junio de 2012

Y nos tocó a nosotros

     Hay que tener mala suerte. Cada día repitiendo en todos los telediarios que vamos a estar trabajando hasta que se tenga un porrón de años y a mi marido lo tienen que jubilar con cincuenta y seis, sí, con cincuenta y seis, antes que a nadie. La empresa siempre fue muy potente y arreglaron lo de las bajas antes de este lio de la crisis pero yo me pregunto ¿me tenía que haber tocado a mí? ¿nos tenía que haber tocado anosotros? 
     Lo de la alegría del jubilado sería para mi padre que estaba hartito de trabajar y para mi madre que le hacía la compra y se iban de viaje y esas cosas. Es alegría, también  para mis vecinos que les ha pasado lo que a nosotros pero que están todo el rato de pingo, pero ¿para mí? Un suplicio, eso es lo qué es y punto.
     Yo nunca he trabajado fuera de casa pero tenía mucho que hacer, con los niños, con tanto preparar, con tanto lavar y ahora sigo igual y nunca me importó y yo estaba feliz pero con él sin trabajar, esto es un martirio. Cuando no está dando vueltas por la casa siguiéndome a todas partes que me pone de los nervios, está viendo la televisión o se queda dormido a cualquier hora y lo del ordenador me lleva los demonios: toda la santa noche que está dándole a la tecla y la mirada fija en la pantalla, como si le fuera la vida en ello. Como no duerme por la noche pues al día siguiente hasta las santísimas y vuelta a empezar. ¿Salir? Ni mentarlo, que dice que tiene principio de depresión. Como si la depresión estuviera avisando que voy que voy. Pero no hace nada por remediarlo  y repite todo el rato lo de qué pena lo de sentirse mayor y que ya no sirve para nada y que se le hacen los días eternos y no sé cuantas pamplinas más que a mí, me va a volver loca.
     Nunca fuimos de salir mucho porque dinero no había pero es que él tampoco era la alegría de la huerta, eh, era trabajador, me trataba bien y la cosa no iba mal del todo pero ahora yo no sé si voy aguantar. Ni yo, ni él porque se le ha puesto un carácter de no soportarlo y al final tengo que saltar.
     Tampoco es necesario como mis vecinos que dicen que están ahora mejor que cuando se casaron. Eso tampoco me lo creo yo. Como tampoco me creo, que con ir a pintar, hacer excursiones y a bailar tangos como hacen ellos, estén viviendo una segunda luna de miel. Que no me lo creo que él también es joven para estar jubilado y ella es como yo que tiene los cincuenta recien cumplidos y que no pueden estar tan felices por estar como siameses.
     Y digo yo, el mundo ha estado siempre muy mal organizado, sí, y muy mal repartido pero si ahora no hay trabajo y los que lo tengan van a estar hasta los ochenta en el tajo porque no hay dinero para pensiones, me quieren decir ¿por qué jubilaron a mi marido antes de tiempo? ¿por qué nos hicieron esta faena?  A nosotros y a todo el mundo empresarial. Y el Estado no debe estar muy contento porque nos va a pagar la pensión treinta años.
     ¡Pues si que saben ustedes de economía y de matrimonios¡

    


martes, 12 de junio de 2012

La primera vez

     Ha llegado a la cita media hora antes. Se sienta al final de la cafetería para poder ver a los que entran. Quiere verlo llegar y como la busca entre tanta gente. También se ha instalado en el último rincón porque si se arrepiente en el último instante, se podrá marchar antes de que la localice. Como en las películas, piensa, igualito que en las películas, y sonríe sintiéndose por primera vez protagonista de una historia.
     Nunca tuvo pareja, algún novio de dos días y una aventura de una noche con el portero de su urbanización. Siempre pensó que aquel hombretón tan amable, estuvo con ella porque no tenía otra cosa que hacer y la vio tan perdida en esa vida aburrida que llevaba, que pensaría, un achuchón y se va tan contenta. Y la verdad es que se fue tan feliz porque no esperaba nada de él, ni le interesaba. Aunque le fastidió como la miraba después, como casi todo el mundo de su alrededor, queriendo agradar porque piensan que es una pobrecilla. Remueve el café con rabia, todos igual, no quiere que sientan pena por ella, a santo de qué. Como su cuñada que se cree que es tonta, que ella se da cuenta, perfectamente, de las sonrisitas cuando le pregunta si no tiene novio o si sigue enamorada de aquel actor. Luego se pone muy amable, claro, por la cuenta que le tiene, como se despreocupa de los suegros, como está la tía Pilar para cuidarlos. Y a los sobrinos igual, noche de fiesta, noche con la tita Pilar y ella encantada con hacer de niñera y su cuñada, también.
     Está conforme viviendo aún con sus padres. No los va a dejar solos aunque a veces se le hace cuesta arriba que quieran tratarla como cuando era una niña. Y están muy mayores, bueno ella también está muy mayor, se dice para sus adentros, aunque últimamente ha adelgazado. Desde lo de internet.
     Nunca le gustó demasiado lo de conectarse, pero se fue picando, se fue picando y llegó a los chats. Le daba un poco de miedo porque había oído que pasan muchas cosas raras pero su sobrina la convenció. Si se entera su madre, arma la de San Quintín.
     Al principio no quería contestar a los mensajes, luego le pareció divertido y después se hizo una experta en el coqueteo en la red. Hacía lo que todos, se construía una existencia que le gustaba y si podía, mentía. Decía que tenía 30, que era delgada y ejecutiva. Decir que era menopáusica y auxiliar de enfermería a media jornada, no le parecía atractivo. El sí le pareció atractivo desde el primer momento. Al principio dudó de lo que contaba pero cuando hablaron por teléfono y le mando fotos, vio que era como a ella le gustaba. Y allí estaba, esperando.
     Su primera cita y con un miedo que la tenía paralizada y más cuando le vio acercarse, sonriente. Estaba tan en sus cosas que no le había visto entrar. Era un poco más mayor de lo que le había dicho, bueno, igual que ella, y estaba mas gordito que en las fotos. De todas formas lo de internet, funciona, pensó, y no le voy a contar a nadie que lo he conocido así. La gente diría que viene por algún interés maligno pero a ella qué le van a quitar, quién va hacerle daño. Los hombres no son tan malos como dice su madre que le pone el cuerpo a una, revuelto, sin ganas de nada.
     Ya está enfrente de su mesa. No está nada mal. No es Richard Gere pero le da un aire, por las canas.
     Le gusta esa sensación de película. Por internet, sí, pero de película. Su primera vez.



jueves, 7 de junio de 2012

Sueños que se olvidan

     Hoy me gustaría escribir los versos mas tristes, como quiso el poeta. Hoy debería contar mil cosas importantes. Hoy necesitaría ser ocurrente, original y única. Pero esas cosas no suceden cuando uno quiere, no pasan porque lo desees. Si lo intentas salen palabras que todo el mundo sabe, que cualquiera puede decir. Y yo prefiero callarme.
     Me llama mi amigo y me dice que por qué no escribo todos los días. Me regaña mi amiga por la misma razón. Mi madre me dice que tampoco me vuelva loca que aunque ella siempre pensó que yo escribiría un libro, esto del blog, no lo ve claro y mis hijos me insiten que utilice el twitter para contar mis cosas, pero durante el día que por la noche hay mucho loco, supongo que pensarán, que como yo. Por la noche escribo, pienso y no duermo. Entre lo que pienso y escribo en el ordenador se me pasan las horas para contar muy poco. Entre línea y palabra, me pregunto si alguien se puede interesar por lo que escribo, con lo bien que lo hacen otros.
     En estos días he acudido a distintas presentaciones de libros, “Del gol de Zarra al de Iniesta” escrito por dos jóvenes periodistas David Guerra y Borja de Matías, a la de mi compañero Rubén Uría que nos presentaba “Hombres que pudieron reinar” o a la fiesta-coloquio de mi amigo Nacho Montes con su “¿Nada que ponerte?”. Un mes de feria del libro y de amigos que presentaban, entre nervios y temores lo que era su primera obra. Y yo les envidiaba. Así como suena, ni envidia sana, ni nada, envidia pura y dura que la sana no sé cuál es. Envidia por haber sido cobarde y no lanzarme a contar mil historias imaginadas, por no alargar el tiempo de espera y de musas que no llegaron rápidas, por creer más en los otros que en lo propio y por mil disculpas que me he ido poniendo día tras día, año tras año. En esas salas abarrotadas de amigos, curiosos y medios de comunicación, yo les envidiaba y les admiraba, más que nadie. Ellos lo consiguieron.
     A lo largo de una vida te vas dejando atrás sueños sin cumplir que vas olvidando según van perdiéndose en el calendario y cuando los recuerdas, ni siquiera te reconoces en ellos, sinembargo hay metas que te persiguen hasta que las alcanzas. Si no es así, duelen y por eso aunque pase mucho tiempo, aunque nadie lo crea ya, seguimos pensando que lo conseguiremos, son una razón más para estar vivo y para creer y no olvidar, aquello que soñamos, una tarde gris.
     Mañana empiezo a escribir.



martes, 5 de junio de 2012

Eso no me lo decía usted, antes

     No hay cosa mas tonta que querer agradar y quedar fatal. Y pasa mucho. En reuniones, encuentros de amigos y demás celebraciones tienes que hablar con gente que no has visto desde hace tiempo o que te presentan en el momento y se hace uno el agradable, se intenta quedar bien y se mete la pata con una facilidad pasmosa. Hablas por hablar, dices una tontería, te das cuenta o no, según tu inteligencia y te das la vuelta hacia otro corrillo a probar suerte con la oratoria, dejándote un individuo o grupo al completo, impertérrito y  ya chafado para todo el día.
     Con la edad y las relaciones es muy sencillo equivocarte y quedar como un perfecto idiota. En una ocasión ví atónita como un pardillo queriendo entablar conversación, le comentó a una señora que tenía un hijo muy simpático, cuando en realidad era su marido y mucho mas mayor que ella. Aún me pregunto como aquella buena mujer se mantuvo digna y no estrelló la copa que tenía en la mano y se tiró en ese instante, al cuello del dicharachero señor.
     Si se tiene una edad, una edad importante, es muy común que queriéndote alagar, te fastidien y que encima tengas que dar las gracias, si no, me cuenta usted, como se le queda el cuerpo cuando te dicen frases como “qué guapa estás para los años que tienes, hija” o “cuántas firmarían  por estar como tú, a tu edad” o la peor “qué bien te conservas” como si fueras una estatua o peor, una momia.
      Si estás guapa lo estás y punto, serás guapa madura, guapa anciana, o guapa adolescente, pero no sé es guapa a una edad y luego, según pasan los años te conviertes en horrorosa. Es como si sólo se pudiera estar bien, de 15 a 30, luego es conservar, remozar y apuntalar lo que tenias. Si lo consigues, te conservas bien, como Tutankamon
      Estos son los mejores cumplidos, los que te dicen sin mala intención porque luego están los de fastidiar, simple y llanamente, como ese casi grito “pero ¿qué te has hecho? ¡Estás fenomenal!” es decir que antes estabas de pena y ahora has pasado por el cirujano y a eso se debe tu apariencia, no estás bien por tus propios méritos sino por la ayuda del bisturí. Pura mala baba.
     También existe la frase tibia que no sabes cómo clasificar, la de ¡estás como siempre¡. Si la analizas puede indicar tres cosas: que has tenido cara de vieja, toda la vida; que estás igual que hace 20 años, cosa que es mentira e imposible, con lo cual te veían fatal entonces y tercera que es otro cumplido tontísimo.
     Según pasan los años las mujeres dicen que nos volvemos invisibles, estado que casi prefiero a que me mencionen lo de la conservación-congelación. Tenemos las arrugas que nos corresponden por vida y por genética, el cuerpo que podemos después de caminar 8 km a pleno sol, intentar seguir los pasos del supermoderno ejercicio, llamado  Zumba y comerte, después de tanto jaleo, un café con bollo.
     Estamos, como estamos, peor o mejor, pero por favor no me recuerden que hubo un tiempo que todo estaba en su sitio y en el que nadie remataba un piropo con lo de, para los años que tienes, porque entre otras cosas ya sé, la edad que tengo