martes, 26 de abril de 2011

Risas y lágrimas, por una excursión

Yo voy para los 52,pero esta tarde me ha pasado algo tan gracioso,al menos a mí me lo ha parecido que me ha hecho sentir que volvía a tener pués no sé, menos años. Yo que ya me creía más en edad de ser abuela que otra cosa,de pronto me he encontrado con que tengo una hija,si,una hija de 80 años.Mi madre está en una residencia,ella no se puede valer por si sola y además tiene principio de alzheimer,ella está muy contenta con sus cuidadores,aún tiene muchos ratos de lúcidez:bueno el caso es que os cuento: Yo estaba en la peluquería y me ha sonado el móvil me llamaban de la residencia de mi madre,resuta que van a hacer una excursión y necesita que le firme la autorización y le dé algo de dinero para después tomar un aperitivo.No lo he podido remediar y me he puesto a reir,Dios mio a lo que llegamos,tantas veces como ella ha hecho eso por mí y ahora tengo que hacerlo yo,ha sido un rato de risas,aunque luego llego a casa,lo pienso y ya no me hace tanta gracia,eso quizá sea lo peor para las que tenemos los 50,ya empiezan las ausencias de seres tan queridos como nuestros padres,sus enfermedades.Bueno me voy a quedar con el rato simpático del día.Claro por supuesto que le firmaré su autorización,le daré su dinerito para el apertivo,eso sí tendrá que portarse bién y comerse toda la comida como una niña buena!

Carmen

miércoles, 20 de abril de 2011

¿Yo soy rara?

     Yo alucino. Leo lo que se ha escrito en esta Galería de retratos de mujer, escucho comentarios y no me reconozco, no soy yo, ni me parezo y hasta me cuestiono si es que estoy equivocada, pero creo que no. Todo es mucho mas sencillo, mas real. Yo no soy rara, soy normal.
     Yo también soy una de 50 y creo que las cosas que me ocurren son las propias de mi generación y no me siento mal y sobretodo quiero aclarar que: ¡parezco la edad que tengo¡
      No tengo una vida plena porque aún me queda mucho por recorrer y por equivocarme. Doy gracias por  no sufrir una depresión. Tengo unos hijos buenos y normales pero que no se van de copas conmigo, a no ser que estemos de boda, ni pensar irme de discotecas con sus amigos. Mi trabajo ahora es como ha sido siempre, pero un poco peor, como el de la mayoría. Viajo cuando la economía y las circunstancias me lo permiten. La menopausia la he vivido sin traumas y con mucha soja.Tengo amigas de mi edad, mayores y mas jóvenes, con todas lo paso bien, me parezco a ellas y me siento identificada.
     Mi marido es, me da hasta apuro decirlo: normal, sí, normal, con las rarezas que con el tiempo han ido creciendo, al mismo ritmo que las mías. Si puedo, me gustaría seguir difrutando cada momento con él.
     Me encantaría hacer algunas cosas que se me olvidaron por el camino, repetir otras con las que disfruto, como ir a la playa o comer marisco  y estoy deseando estrenar sentimientos, como el de ser abuela.
    Disfruto de sentirme como si tuviera 20 pero sabiendo mucho más. En fin, que soy feliz con lo que tengo y con lo que espero y repito, no soy rara, soy como la mayoría y por la calle si alguien me ve, sabe perfectamente que ya cumplí los 50, pero seguro que intuye que no me importa porque como dice la canción: me queda mucho por vivir y espero que muy bien y sin rarezas, sin extremos, sin engaños, mirándome y viéndome como soy.


sábado, 16 de abril de 2011

No soy y desde luego, no lo parezco

     Tengo 52 años aunque creo con toda  humildad, que no los  aparento.
     Soy divorciada, trabajo en una consultoría y tengo dos hijos que estudian en la  Universidad.
     Mi vida es plena, aunque no tenga pareja en este momento. Mi trabajo está muy bien, pero desde luego yo trabajo para vivir, no vivo para el trabajo, por ello cuando realmente soy feliz es los fines de semana. Hago un montón de actividades: viajes y excursiones, salidas nocturnas, baile, citas con una asociación de singles y hasta salgo con una de mis hijas, porque tenemos los mismos gustos y se siente super- encantada de que vaya con ella. Ah¡ y por descontado, hago deporte, unas dos horas diarias.Los que me conocen dicen que soy superdivertida, muy amiga de mis amigos y que no se me pone por delante nada.
     Mi vida, como ya indicaba antes, es plena y realizada, y con el plus, de que en esta época, las mujeres podemos decir que estamos divinamente y que quitarnos diez años de encima, es lo más fácil del mundo. Me he hecho algunos arreglitos, que para eso están y he quedado estupenda, repito: nadie puede creer los años que tengo, sobre todo cuando salgo de copas con mi hija porque yo soy más que madre, amiga.
     No soporto a las de mi generación, no me gusta ni cómo visten, ni como hablan, ni nada de nada. No me parezco a ellas
     Resumiendo soy muy diferente  a las de mi edad y punto.



martes, 12 de abril de 2011

No quiero ser y no quiero estar

Tengo 50 años y lo único que quiero es morirme, desaparecer. Ni es broma y desde luego no es una frase hecha, es la verdad y lo que siento ahora.
Ya me enamoré, ya he tenido hijos, ya he trabajado, ya he vivido lo mejor de mi vida. Ahora, mis hijos son mayores, soy una desempleada de larga duración y me siento vieja, aislada, sin futuro.
Hace años, pensaba que había triunfado porque meencontraba inmersa, en lo que yo creía era una vida perfecta, supongo que lo era, ya no sé. Enton ces yo me sentía fuerte creyendo que por delante de mí, se me ofrecían todas las posibilidades del mundo y que podría vencer cualquier obstáculo que se me pusiera por delante y no fue así, no sé cómo, perdí el trabajo y con él mi autoestima, perdí mi juventud y con ella, mi seguridad. Perdí el amor y con él mi cuerpo.
Los que me rodeaban se fueron marchando sin hacer ruido. Y ahora ya no tengo ni ganas de levantarme de la cama, sólo lo hago por seguir disimulando, para que los poquitos que aún se acuerdan que existo, crean que continuo siendo la mujer fuerte y triunfadora que fuí, la mujer imprescindible de la que ahora todo el mundo se olvidó.
Lo mejor sería morirme, que quedara en el recuerdo aquella que creen que soy, la mujer que se perdió en el tiempo. Ella si me gustaba y les encantaba a todos los demás. Sería hasta bello, desaparecer, quedarme en la mente de los que alguna vez me amaron como esa fotografía de juventud que conservamos en el salón de casa, para recordarnos día a día, segundo a segundo que fuimos esa cara que sonríe desde el marco de plata y desde ahí poder verlos a ellos, sin notar su cara de desconsuelo cada vez que me encuentran con el camisón puesto a cualquier hora.Sin ver como cuchichean sobre mi apariencia, mis frustraciones y mis miserias actuales, sin oir lo de la depresión, la menopausia y no sé cuántas cosas más. Sin ver nada, sin sentir nada.
Morirme y ya está. Sin más. Morirme

Soy y estoy

Nací cuando comenzaba la década de los sesenta y como ella, nací con ganas de vivir en la modernidad, dejando atrás una época gris y llena de corsés. Estudié Magisterio por vocación y porque en casa era lo que querían: una carrera cortita. He dado clase toda mi vida y he visto crecer varias generaciones de hombres y mujeres que han ido cambiando vertiginosamente, igual que el mundo, igual que esta sociedad, igual que yo.

Creo que soy bastante representativa de mi generación porque he vivido ese desajuste de, por un lado, no pertenecer al grupo de las que lucharon por la democracia y el feminismo en primera línea, porque éramos muy pequeñas, y tampoco pertenecer al de esa nueva mujer, mucho mas europea, independiente, liberal, preparada y fuera de tabúes, que es la actual, porque, en este caso, ya somos mayores. Por lo tanto, me quedo como muchas otras, en medio de las pioneras y de las que arrasan hoy en día. En territorio de nadie: ni de treinta, ni de sesenta

Muchas veces me pregunto, ¿qué hicimos nostras? ¿Quiénes somos realmente? ¿No salvamos a nadie?, ¿No ayudamos a la consolidación de nada, ni a romper ninguna barrera? Parece ser que no. A nosotras como mucho nos inculcaron el mito de la Superwoman, de los ochenta ¿te acuerdas? Aquello de que nosotras podíamos con todo: trabajo, niños, la casa…. bastante lerdas, fuimos las que no lo creímos. Las que vinieron detrás se dieron cuenta, que nos vendieron un engaño, como las hombreras de las chaquetas de entonces. Pero, bueno, a lo mejor algún día descubrimos a qué generación pertenecemos.

¿Alguna cosa más de mí? Me casé, me divorcié y después he tenido varios novios con los que viví, buenas y malas experiencias. No tengo hijos por decisión propia y mi vida está llena de amigos, familia y arte. Arte, porque mi tiempo libre es para ver exposiciones, museos y pintar.

A partir de hora buscaré un rato, también, para escribir. Ah¡ y me gusta viajar, una asignatura, por cierto, que creo que las de mi edad, hemos aprobado. Puede que la única