martes, 11 de diciembre de 2012

Número Privado

     Otra vez suena el teléfono. La misma llamada. Número oculto. Número privado. Número desconocido. Marisa sabe muy bien quién llama.
     No les conoce pero sí sabe lo que le van a decir con voz cantarina y amistosa: Buenos dias, somos del Banco, queríamos recordarle que tiene un descubierto de 850 euros y queriamos saber y concretar la fecha de cuándo va a pasar por su sucursal para regularizar su sitiación. Gracias.
     Se lo sabe de memoria. Lleva un mes escuchando parecidas frases, unas veces en un tono amable y otras mas exigente. Cada semana, casi, cada día, incluidas las aburridas y solitarias tardes del sábado. Y ya no quiere más, ya no puede oirlo otra vez, no le quedan palabras de disculpas que dar, a alguien que no conoce y a quién  su problema no le importa nada.
     La primera vez se enfadó porque si no le habian pasado su nómina, ella qué podía hacer, además el Banco ya le había cobrado el recibo de reclamación, luego llegarian cuatro más, en total cien euros que sumar a la deuda y ¿qué quieren más de ella? No tiene a nadie a quién acudir. Su hermano, lejos, en Canadá, con sus hijos, sus nietos y feliz y su madre, la pobre, creyendo que su hija, aunque soltera, está bien, tranquila, con su trabajito en la mercería. No saben que lleva meses sin cobrar, uno porque está a miles de kilometros de distancia y la otra porque está cerca, demasiado cerca. Además, a su madre no le puede pedir dinero porque su pensión de viuda es baja y encima, le daría un disgusto.
     Marisa se aguanta por vergüenza, por su madre, por su jefa que parece que la aprecia y porque todos dicen lo mismo, que esto está muy mal, que los jóvenes por jovenes y los mayores por mayores, que no hay trabajo y piensa que para ella menos.
     Treinta años en la mercería del barrio y siempre estuvo contenta de trabajar en La Progresiva. Conoce todo lo que hay que saber de puntillas, hilos, medias y bodoques, ha vendido kilometros de cintas y lazos pero ahora, no entra nadie. Y su jefa llora, no paga y dice que cierra. Y Marisa no lo puede creer, no lo quiere creer ¿quién la va a contratar a ella? ¿qué va hacer? Aunque a veces casí prefiere que se cierre, que se termine todo y así cobrar algo, por lo menos el paro y el Banco dejaría de llamarla a las nueve de la mañana, cada lunes, cada día, cada semana, para recordarle que vaya a su sucursal a pagar lo que debe, lo que no tiene.
     Vuelve a sonar el teléfono. Número oculto. Son ellos. Si no descuelga, volverán a insitir una y otra vez y si se arma de valentía y contesta ¿qué les dice? ¿qué su jefa no le ha ingresado tampoco este mes la nómina? y a ellos, qué les importa.
     Se decide, descuelga: sí, ya, pero es que no puedo solucionarlo de momento. No tengo. Más me gustaría a mí arreglarlo.¿ Por qué no me comprenden?. ¿Por qué no me dejan de llamar? ¿No hay otros que deben más?. Ya sé que están haciendo su trabajo pero yo también, y no cobro y de verdad que no tengo.
     Cuelga, llora, suspira, intenta recomponerse y piensa que tiene otra semana de margen. Lo mismo, su jefa le paga algo y por fin puede acercarse a su sucursal y dejar de mirar con miedo la pantalla del teléfono por si aparece el  número privado. El oculto. El incansable.
     Y descansar.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Pon un despropósito en tu vida

     La noche confude a muchos pero nunca creí que a estas alturas, me iba a influir a mí.
     Por una serie de circunstancias totalmente caóticas, la otra noche, me encontré en un local de copas de lo mas moderno, con mis amigas mas reinas, con mi marido, mi hijo y con mi primo pequeño ¡todo un despropósito¡
     Y digo despropósito porque si sales a cenar con tus amigas solteras, jóvenes y profesionales estrella...sales a cenar y no te apuntas a las copas en el sitio mas moderno de Madrid donde ellas se mueven como se tienen que mover y no como una de 50 que lleva unos tacones altísimos que para estar sentada (esa era la primera idea), fantástico pero para abrirte paso entre danzantes desenfrenados pues es un horror. Problema mínimo si no se lleva además, abrigón, bufanda extra larga y bolso de tamaño natural. Amén de un vestidito del siglo pasado que te has puesto simplemente para probar como te queda..
     De esa guisa me encontré en el garito. Las prendas de abrigo colgadas en el brazo izquierdo ocupando media pista de baile y en el derecho el bolsón y un vaso en mi mano, peligrosamente oscilante porque me empeñé en hacer lo que todos: moverme. Moverme pero muy mal. Me debatía en la duda entre si tenía que agitar suavemente la cabeza y el cuello al compás de la música, mi brazo con la copa de arriba abajo o el pie dolorido. Y yo, como soy muy mía, opté por hacerlo todo a la vez. No quiero pensar el resultado pero si contar que en ese  imcomparable momento que acabo de relatar y rodeada de diosas de la televisión que a su vez estaban rodeadas de babeantes hombres, apareció mi marido.
     En alguna etapa de nuestra vida él ha sido mi tabla de salvación pero en aquel instante lo fue más aún porque ¡era uno de los mios¡. Es decir ahora era él, el mas mayor del local y además, llevaba chaqueta y ¡abrigón¡
     Fueron instantes de inmensa gratitud discotequera que duraron poco porque como una visión alucinógena, aparecieron mi hijo y mi primo, son de la misma edad, trabajan juntos y querían tomar una copa con sus compañeros y allí estaban y nos presentaron a todos. No quiero pensar tampoco, los comentarios al dia siguiente en torno a la máquina del café.
     Desde la foto de la boda creo no recordar una tan bonita estampa nuestra, con pose de enrollados, con cara de  mucho mundo vivido pero con los abrigos, las bufandas, el bolso, los vasos que cada vez son mas grandes, un calor sofocante y trescientas personas rodeándonos, pero, nosotros, nos sentíamos en perfecta armonia. Un despróposito.
     Nos fuimos en el instante que un graciosillo le preguntó a mi hijo que cómo se sentía estando de copas con su padre, a lo que él apostilló: "y con mi madre"
     No quisimos escuchar más. Somos una familia en la que cada uno debe saber cuándo estar, cuándo llegar y cuándo marcharse. Ese era el momento.
     Salimos del local liberados y con una alegría tonta por el cuerpo por estar tan en la onda, cuando un hombretón con poderío salió corriendo detrás de nosotros. Era el dueño del garito. Yo pensé rápidamente que nos iba a recomendar que por favor nos abstuvieramos de volver porque desentonábamos notablemente, con la estética del local, pero no, lo que quería era agradecernos, no que nos marcháramos, que podía ser perfectamente, sino el haberle ayudado cuando era becario. Nos quedamos impertérritos y estupefactos.       
     No teniamos ni idea quién podía ser. Después del reconocimiento por parte de él y el desconocimiento por parte nuestra que en vez de un jovencito nos encontrábamos ante todo un señor ejecutivo, nos despedimos dándoles las gracias, también.
     Nos montamos en el coche por fin, nos miramos y muertos de risa, dijimos: qué mayores somos, qué noche de despropósitos, pero ¡qué divertido¡
    

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mañana será diferente

   Hay dias que es muy duro ser Una de 50.  Porque te das cuenta que no tienes ni las mismas fuerzas, ni las mismas ganas. Porque no te salen las cosas como soñaste. Porque intentas reinventar la realidad y te salen garabatos. Porque ya no tienes mas indignación que sacar cuando ves  políticos estafadores,  yernos trincones, ex Presidentes de la Patronal detenidos y sinverguenzas sin limite a los que encima te estás acostumbrando a ver, sin que se te revuelvan las tripas y sin salir a la calle para encontrar la arena de la playa.
   Hay dias en los que ya no tienes la llave para solucionarle los problemas a nadie y menos a los que quieres. Porque hay dias en que todo se congela y en que no sirve ni llorar, ni siquiera decir una palabra.  Porque hay dias que llorar es un lujo.
   Hay dias que solo quieres pensar que otros consiguen sus sueños, que creen que esto se arregla y que ellos, lo van a conseguir. Porque hay dias que no quieres que existan ni en el calendario, ni en tu mente, ni en tu vida. Porque hay dias que es mejor callar y marcharte. Porque hay dias en que sientes que se te van los dias.
   Y pese a todo, hay quién aún espera que soluciones, vivas, sientas y tengas ganas. Y las tienes. Porque hay que hacerlo, porque es lo que esperan de tí, de Una de 50. Y lo haces y te vas a la cama temprano para dormir, para despertar pronto y empezar una nueva mañana como eras, como creen que aún eres. Porque todavía piensas que será diferente y que en una décima de segundo todo puede cambiar. Porque ni la crisis, ni los despidos, ni el dolor van a poder contigo. Como no pudieron nunca, como no podrán mañana.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Una de 50 y algo más

     Me ha costado lo indecible. No sabía comenzar. Ha sido muy largo el despojarme de pereza, de timideces y de dudas. Y todo por no saber como retomar este blog.
     El verano se escapó y llegó un otoño demasiado rápido en mi calendario. Durante este tiempo han sido muchos los que me habéis apremiado para que escribiera, otros me han dado por perdida y algunos se olvidaron de Una de 50. Normal. Normal todo, incluso mis dudas.
     Había pensado a instancias de algúno mas listo que yo, en ampliar el blog a web: Un follón. Tendría que hablar entre otras cosas, de viajes, cremas rejuvenecedoras y pamplinas similares.Que podría ser interesante, sí, que todo ello me gusta, sí,  pero no hacia nada más que preguntarme ¿y para qué?.
     Otros, también más listos que yo, me aconsejaban que incluyera fotos y  hay quién me dijo que lo que escribía sólo era una parte de mí, que yo era más dura y mas crítica. Que tenía que mojarme más, como había hecho toda mi vida y lo único que se me vino a la cabeza es lo de:  y así me ha ido.
     En fin que estaba hecha un lio, como cuando iba al colegio y no sabía si me gustaba el chico guapo o el pobrecillo de la clase. He de decir, aunque no venga a cuento, que siempre me hacía amiga del pobrecillo pero me enamoraba del guapo, al que por cierto no le interesaba nunca. Ya está, lo he hecho otra vez, desviándome del tema, enrollándome a lo tonto 
     ¿A alguién le puede hacer gracia estas naderias? No me contestes que a tí sí, que tú me quieres.
     A lo que vamos, sin dispersión. En los últimos dias, bajo la presión de unas amigas que quieren que continúe con esto y mi lucha por hacerles ver que lo que escribo no le importa a nadie, me han hecho ver que hay mucha gente que escribe las mismas chorradas que yo pero que se las editan y aplauden. Visto así, me acabo de dar cuenta que no sé si me estaban halagando o no. En fin, que me da igual que es verdad que lo mio es la misma tontería que otras muchas pero es mía y de los poquitos que me leen. Y he pensado, pues que sigo. Total.
     También puede que me de pena pensar  que aquellos que habéis creido que este blog saldría adelante, os habría decepcionado o puede, también,  que la vanidad me ha vencido porque hace meses que no oigo un, me encanta, me he reido o me he emocionado con lo que has escrito. Y duele no escucharlo, la verdad.
     Decidido. Sí. Voy a seguir. Sn pretender nada, sin necesidad de espacio en la mente de nadie, sin tan siquiera espacio en mi ordenador, seguiré y les diré a los que me esperaban, que ya estoy aquí, no sé muy bien para qué, pero que estoy y que sigo siendo Una de 50 y un año más

viernes, 13 de julio de 2012

La marea negra

      Aparecieron en la oscuridad de la noche que es tan suya, con las linternas encendidas como el primer día que bajaron al pozo. Llegaron cansados de andar pero con fuerzas para pelear y arropados por gente que hacia suyos sus problemas. Les abrazaron como si fueran de la familia, quizás porque lo eran o porque todos han dicho o han pensado en algún momento, que más dura es la mina. Y lo es.
     Amanecieron con la garganta ronca por pedir lo que es suyo, lo que les corresponde. Lucharon durante todo el día con pancartas para que se les escuche y no se les regañe por no haber sabido utilizar las subvenciones. Se pasearon por unas calles radiantes que les aplaudían aunque alguno hubiera gritado desde el altavoz del poder que eran unos terroristas y unos vándalos que pedían sin conocimiento, sin saber que el carbón ya no sirve, que es de otro siglo.
     Se sintieron queridos por la mayoría aunque alguno repitiera hasta la saciedad que cobran pensiones muy altas y desde muy jóvenes, desconociendo lo duro que es ser picador, allá en la mina y sin enterarse que hay una enfermedad que se llama silicosis que puede ser mortal y que en los últimos segundos de vida te asfixia y te hace buscar, pedir aire para respirar aunque estés atado a una bombona de oxigeno.  
     Recibieron respuesta de los que no pueden hacer nada y silencio y malas contestaciones de los que mueven los hilos. Los mineros no tienen bonus, ni acciones, sólo una nómina que algunos dicen que es demasiado alta pero que van a perder dentro de muy poco. Los que deben y pueden solucionarlo siguen callando o diciendo que la minería no es una pieza esencial de la Economía como son los Bancos y que eso es todo amigos, que el carbón es historia y el minero también, dignos de un museo. Museo que no visitarán jamás los que han visto subir de las entrañas de la tierra, a su padre tiznado de negro después de haber estado encerrado muchos días por luchar por lo que pensaba que era futuro y por un trabajo digno, aunque repetirán para que a nadie se le olvide, que el abuelo fue picador allá en la mina y que allí, quemó su vida. Para nada. Ya no hace falta.
     La marea negra se aleja de Madrid dejando un cielo gris con miles de partículas de carbón que se funden en el aire, donde aún suena el eco de un himno, de una Santa Bárbara bendita, cantada con voces rotas y sin esperanza. Todo vuelve a su sitio, al lugar que le corresponde, cada uno a su casa y a su rutina y el minero a la suya, a su pueblo sin futuro y a su pozo negro.
    
    



domingo, 8 de julio de 2012

Mariana se despide

     Cierra la puerta por última vez. Se va con lágrimas por estallar y cargada con una bolsa de plástico donde lleva la ropa de trabajo que ha usado durante dos años. Mariana sabe que no volverá nunca aunque le han dicho que cuando estén mejor las cosas pueden volver a llamarla. Mentiras para no herir demasiado, para no decir que no te quieren.
       Ha entregado las llaves a la señora, a la misma que creyó era casi su amiga, a la que le hizo un regalo en su cumpleaños. Es cierto que se ha portado bien conmigo, piensa, que cuando estuve mala con lo del pie me pagó todo el sueldo. Otras veces, sin embargo, sabe que se enfadaba porque no hacía lo que ella le decía y que pensaba que no estaba suficientemente limpio o mucho peor, que creía que era muy lenta.
     Tarda más de lo acostumbrado en llegar a la boca de metro donde hay un contenedor de basura y allí tira con rabia, la bolsa. Se acabó, no volverá a limpiar más casas donde te echan sin avisar, donde te engañan y te pagan menos de lo que te dijeron pero se siente mayor, se sabe mayor. Mariana intuye que no va a encontrar trabajo fácilmente, en cuanto la ven, le dicen que no. Sólo quieren chicas jóvenes que son rápidas y que no tienen papeles, que tienen prisa por marcharse a otra casa donde ganar más o trabajar menos. Ella no, quería a esa familia que ni siquiera se ha despedido de ella.
     Sabe que ha roto cosas pero tenían muchas, demasiadas. Reconoce que a veces se sentaba a descansar pero es que se levanta muy temprano y tantas escaleras la matan. Algunos días no hablaba y estaba enfadada recogiendo la ropa de los chicos pero es que hace dos años que no ve a sus hijos y aún no conoce a su nieta y la Navidad se le hizo muy dura y este verano que creía podría pagarles el billete para que vinieran a verla se ha quedado sin cobrar las vacaciones y no vendrán.
     Recorre con la mirada las estaciones que van pasando una tras otra hasta llegar a la suya. Veinte en total. Otro motivo para no disgustarse, estaba demasiado lejos. Intenta estar relajada, quiere llegar al piso compartido, lo mejor posible, su marido la estará esperando con la misma cara de pena que tiene desde que llegaron hace cinco años. No tiene trabajo, nadie quiere a un matemático que pasa de los cincuenta porque para pintar, conducir, llevar la carretilla o ser guardia de seguridad hay muchos y mas jóvenes. Mariana quiere ser optimista pero no la dejan.
     Sonríe al pensar que cuando se casaron soñaban con viajar y lo han conseguido pero a un precio que nunca quisieron pagar. Grecia fue el primer destino triste, luego una Italia próspera los abandonó, después una España que creyeron solucionaría su vida y que no les ha traido nada más que distancia. Hace muy poco en una noche en blanco como tantas otras, abrazados pensando en sus hijos y en lo que aún ellos necesitan, se imaginaron una Alemania que podría ser la solución pero ellos no saben alemán. Ellos ya no saben nada.
      Lo mejor será volver. Sin dinero, con mas años, sin poder echar una mano a sus hijos, pero volver. Su marido no quiere regresar como un fracasado aunque aquí ya nadie les ofrezca ilusión. Se irán. Está decidida. Volverán a su país, a su pueblo, al hospital donde trabajó tantos años, a conocer a su nieta, a poder vivir sin angustia, sin pena. Al final que me hayan echado ha sido lo mejor, se repite una y otra vez para poder convencerse. 
     Siempre le puso una sonrisa a la vida y muchas ganas y ahora no va a cambiar. Nadie va poder con ella, si no la quieren para trabajar porque es mayor, da igual, no la van a vencer. Ni una guerra pudo con ella.
     Mariana se va pero no está rota. 




lunes, 2 de julio de 2012

¿Y ahora qué?

     Las banderas siguen colgadas de las ventanas balanceándose de alegría por la gesta cumplida. La marea roja ya duerme sueños de aventura para la próxima vez. Las cámaras y los micrófonos se despiden hasta la próxima con el trabajo bien hecho y cada uno de nosotros felices porque lo conseguimos otra vez.
     Han sido días de ilusión y de aparcar problemas. Momentos en los que fuimos felices porque nos sentíamos fuertes. Minutos de gloria que hemos compartido entre los ratos de dureza que tenemos y tendremos. Durante casi un mes hemos superpuesto dos planos de nuestra misma realidad, algo bastante complicado pero que tal y cómo somos los españoles lo hemos podido conseguir como si fuera lo más fácil del mundo.
     En el momento que nos preparábamos a ganar a Portugal nos anunciaban en rueda de prensa que ya pagábamos los medicamentos y mientras Cristiano Ronaldo con cara de decepción proclamaba  a los cuatro vientos, una supuesta injusticia, nuestros jubilados contaban las recetas de las pastillas del colesterol que ya, sí, pagarán. Poco, dicen algunos. Los jubilados tan acostumbrados hacer cuentas aplaudían el penalti de Iniesta a la vez que sumaban lo que les costará su hipertensión. Madrugadas en las que soñábamos con darle un repaso a Italia, mientras que Rajoy y Monti hacían piña para hacerle frente a una Merkel invencible. Un acuerdo España-Italia para ganarle el partido a Alemania. Todo muy deportivo, muy futbolístico y muy de cambiarnos la vida, de alumbrárnosla o dejarla a media luz como hicimos el domingo cuando veíamos la final de la Eurocopa. Una final de sombras para Italia, de luces para España, pero de luces muy caras. No nos acordamos que mientras encendíamos el aire acondicionado para no sufrir mas calores que los indispensables, nos costaba mas caro que el día anterior, pero tal y como van las cosas, mucho menos que mañana.
     Cuando vencimos a Italia con ese inmisericorde 4-0 cantamos el Viva España y el Soy Español a voz en grito porque nos lo merecemos, porque jugamos bien y porque como yo, muchos hemos sufrido con la Selección lo indecible, eso sí, cuando no pasábamos de Cuartos todos vivíamos como si fuéramos ricos o al menos nos lo hacían creer con unas hipotecas que nunca terminaremos de pagar porque al españolito de La Roja no lo rescata nadie.
     Hemos realizado una hazaña casi igual que el aparcar en el centro de Madrid cuando saludábamos a los campeones en su paseo por las calles llenas de gente. Y no porque no hubiera plazas de aparcamiento, sino porque desde el mismo instante que pisó Iker La Cibeles, el parquímetro, costaba un diez por ciento más, no por culpa de nuestro capitán, claro, que para eso están los poderes municipales, para subir los impuestos cuando proceda. Aunque eso no es nada comparado con el transporte madrileño que muy pronto subirá por tercera vez en lo que va de año y tampoco nada que ver con el sacrificio que hoy mismo nos han pedido porque es momento de acelerar reformas. Cuando escuchamos cosas de ese calibre, rápidamente pensamos en el IVA subiendo como la espuma y las Comunidades Autónomas haciendo unos recortes para espantar al mas pintado. Pero como ha dicho el Rey, la Selección nos ha hecho muy felices. Y es verdad. Y les damos las gracias y a Del Bosque un montón, porque nos gusta ser español y el fútbol, pero ¿y mañana? ¿volveremos a la realidad de golpe?     
     Hemos ganado la Eurocopa, algo que nos resulta fantástico y de lo que nos sentimos orgullosos pero la luz ha subido, y el gas, y los mineros siguen con sus protestas y los parados tienen que hacer cola para renovar su tarjeta y los pensionistas  han oído que en Europa piden que recorten su sueldo, igual que a los funcionarios y al final con tanto superponer las dos realidades en estos días, me he hecho un lio y no dejo de darle vueltas a varios asuntos y tener algunas dudas en esta noche de victoria deportiva y de resaca de triunfo ¿le hemos metido un gol a la Merkel o lo hemos soñado? O mucho peor, con tanta euforia, lo que de verdad ha sucedido es que ¿nos han metido un gol en nuestra porteria?

viernes, 29 de junio de 2012

¡Vamos a ganar!

     Tenía que ser esa tarde. Tenía que ser justo cuando todos están preparados para ver si España llega a la final. Tenía que ser ése, el día mas triste.
     Cuando todos van corriendo para llegar a ver el partido, ella no tiene prisa, sabe que en casa están ya sus hijos y sus novias, los vecinos mas futboleros de la urbanización y su marido preguntándose donde está y qué diablos tendrá que hacer, justo esa tarde. Menos mal que ya ha dejado la tortilla y los aperitivos tapados con papel de aluminio, todo reluciente, como su cocina, como su vida hasta hace muy poco. En una décima de segundo todo ha cambiado. Camina por las calles vestidas de banderas, se mezcla con chicos felices y presurosos con sus bolsas de refrescos y patatas fritas  y ella es una más que se encamina a la cita de España y Portugal pero sin ganas y por dentro negra como su pena, como la sombra de su pecho.
     La habían citado con una llamada telefónica, pocas horas antes para que fuera a la consulta y ella colgó el teléfono sin poner una objeción, sin decir que la casa se le iba a llenar de gente y que era el partido de la semifinal y pensando que la seguridad Social, cuando quiere es muy rápida. Intuía que la cosa no estaba para esperar que iba todo a una velocidad de peligro. En cuanto llegó, rápidamente la pasaron a consulta y allí con un doctor mas amable que de costumbre, con una enfermera de pie, mirándola con pena contenida, escuchó lo que nunca hubiera querido volver a oir. Ahora no era su hermana, ahora era, su diagnóstico, ella también tenía cáncer, en la mama izquierda, la que mas le dolía cuando le daba el pecho al mayor, recordó, como si aquello tuviera un significado.
     Sintió como si todo rebotara en las paredes blancas, como si fuera un sueño escuchó las palabras, recuperación, quimio, hemos llegado a tiempo, reconstrucción… sólo cuando dijo el doctor, lo de vamos a ganar, volvió a la realidad de la consulta y recordó que ya la estarían esperando para ver el partido y pensó en las camisetas rojas que ya tendrían puestas, en las caras de las chicas pintadas de rojo y amarillo y en la impaciencia de su marido, sin ella no sabía hacer nada, la necesitaba para todo y la quería tanto...
     Dejó al doctor casi con la palabra del consuelo por decir, de todas maneras, él también querrá llegar a su casa pronto, pensó. Y se marchó, pensando que cuando volviera al hospital ya nadie tendría tanta prisa y ella tendría aún mas miedo.
     Con un por fin, la reciben en casa, si ella no hubiera estado el partido no se vive igual, le gritan, eres la que mas anima, les das suerte a la Selección. Qué saben ellos, nada, ni falta que les hace, esta noche se ve el partido y se gana, se grita a si misma, nos queda mucho tiempo de pena.
     Y se enfadó en las faltas, y se mordió las uñas en los penaltis y saltó de alegría y se abrazó a su familia y amigos cuando ganamos y nos vimos en la final y cantó con lágrimas en los ojos lo de a por ellos y pensó que sus niños y su Jose, no necesitaban saber lo suyo hasta el lunes, qué mas daba un día que otro y así el domingo volvería hacer la tortilla, a preparar los aperitivos y esta vez ella también se pintaría la cara y se emocionaría como todos, como siempre había hecho y seguiría haciendo
     Durante la noche y la otra noche en blanco sólo tiene una idea en la cabeza, una idea a repetir y conseguir...Seguro que ganamos la Eurocopa, seguro que nos merendamos a Italia, seguro que mis hijos se van a celebrarlo por Madrid, seguro que España es una fiesta y yo más y esperaré hasta el día siguiente y entonces, sí, entonces les digo que yo también voy a ganar, que no me pasará como a mi hermana, que ahora hay mas adelantos y que yo tengo que preparar muchas meriendas para muchos partidos y que no les voy a dejar por nada del mundo y que el siguiente partido es el mío y que ahora, a mí, me toca ganar. 


domingo, 24 de junio de 2012

Yo me borro

     Desde hace unos días vengo pensando en el rumbo de este blog, en seguir como hasta ahora o cambiar radicalmente y convertirme en una página donde dé consejos y noticias, analice lo que nos ofrece la prensa a las de 50 y cosas por el estilo. El motivo de la duda viene porque la gente me cuenta, opina, me critica, todos con muy buen criterio y con ánimo de ayudar, tanto que alguno pensó que una de las historias que cuento me había ocurrido a mí e intentó ayudarme para que no sufriera, cosa que le agradecí. Los hay que me piden que escriba más, otros que me moje, que opine y un sinfín de consejos que estoy evaluando y no sé hacia donde me llevarán. Lo mas probable es que siga haciendo lo que quiera, cosa habitual en mí: escucho, pienso, dudo muchísimo, vuelvo a dudar y luego, como todo el mundo, hago lo que quiero.
     Pensando en todo ello me he ratificado una vez más, en lo difícil que es contentar a todo el mundo y más cuando te expones como lo hacemos nosotros los periodistas, los contadores de historia o todo aquel que tiene a dos personas enfrente escuchándo o leyéndote. Nos exponemos a las críticas, a los consejos pero no a que te insulten, te hundan o te desprecien. En estos días de fútbol, pasiones y triunfos ha sido devastador el leer lo que se decía por la red, de gente que trabaja y mucho, que ha estudiado, que se ha preparado para su profesión, que quiere hacerlo lo mejor posible y que tiene  familia. Ha sido devastador y vergonzoso ver como se maltrata y se lapida con la disculpa y el escudo de la pasión que se desborda. Es tremendo comprobar lo vil del ser humano cuando hay un reducto de sombras que es, precisamente, donde se cobijan los cobardes.
     Si un presentador, cantante o político no me gusta, ni le veo, ni le escucho, ni le voto, pero no utilizo la red, ocultando mi identidad, sin dar la cara, para insultar, mofarme o para desprestigiar y menos escudado en un nombre idiota, como el vengador de la tele, Afrodisio men o tonterías similares. Escondido en burlas y bromas en estos días he podido leer lo que la envidia, el machismo mas enconado ha hecho con Sara Carbonero en particular y en general con todos los comentaristas de la Eurocopa. Twitter, Facebook es así, me intentan convencer pero yo sigo sin entender como algo positivo se puede utilizar para hacer tanto daño.
     Lo de las críticas constructivas, siempre me pareció un tópico pero en estos momentos se hace patente, no se quiere ayudar, no se quiere criticar para que las cosas salgan mejor, no, se quiere hacer daño, se quiere arruinar al otro para no ver la propia mezquindad.
     También hay otros que con nombre y apellido utilizan sus columnas para tirar por tierra, criticar y ningunear, lo que es competencia de quién le paga. El señor Boyero, que es un gran crítico de cine, creo, de televisión deja mucho que desear y cuando habla de los comentaristas de Deportes, peor, sólo le parecen bien aquellos que pertenecen a su círculo de compañeros de trabajo y amigos. La gente que lo lea y no sea de la profesión puede no darse cuenta, otras veces está demasiado claro. Pero al fin y al cabo él da la cara y la firma, aunque se la partan en algún momento, pero a los otros, a los salvadores de la patria ocultos por el antifaz de internet, a los mas cobardes que no dirían nada si se les mirara a los ojos, a esos ni agua, ni una media sonrisa por sus ocurrencias dañinas y ojalá nadie les siguiera en su mísera existencia virtual.
     Como dijo el gran Ramón Trecet el otro día, si para estas cosas sirve Twitter, yo me borro.
     Y yo también.


domingo, 17 de junio de 2012

Y nos tocó a nosotros

     Hay que tener mala suerte. Cada día repitiendo en todos los telediarios que vamos a estar trabajando hasta que se tenga un porrón de años y a mi marido lo tienen que jubilar con cincuenta y seis, sí, con cincuenta y seis, antes que a nadie. La empresa siempre fue muy potente y arreglaron lo de las bajas antes de este lio de la crisis pero yo me pregunto ¿me tenía que haber tocado a mí? ¿nos tenía que haber tocado anosotros? 
     Lo de la alegría del jubilado sería para mi padre que estaba hartito de trabajar y para mi madre que le hacía la compra y se iban de viaje y esas cosas. Es alegría, también  para mis vecinos que les ha pasado lo que a nosotros pero que están todo el rato de pingo, pero ¿para mí? Un suplicio, eso es lo qué es y punto.
     Yo nunca he trabajado fuera de casa pero tenía mucho que hacer, con los niños, con tanto preparar, con tanto lavar y ahora sigo igual y nunca me importó y yo estaba feliz pero con él sin trabajar, esto es un martirio. Cuando no está dando vueltas por la casa siguiéndome a todas partes que me pone de los nervios, está viendo la televisión o se queda dormido a cualquier hora y lo del ordenador me lleva los demonios: toda la santa noche que está dándole a la tecla y la mirada fija en la pantalla, como si le fuera la vida en ello. Como no duerme por la noche pues al día siguiente hasta las santísimas y vuelta a empezar. ¿Salir? Ni mentarlo, que dice que tiene principio de depresión. Como si la depresión estuviera avisando que voy que voy. Pero no hace nada por remediarlo  y repite todo el rato lo de qué pena lo de sentirse mayor y que ya no sirve para nada y que se le hacen los días eternos y no sé cuantas pamplinas más que a mí, me va a volver loca.
     Nunca fuimos de salir mucho porque dinero no había pero es que él tampoco era la alegría de la huerta, eh, era trabajador, me trataba bien y la cosa no iba mal del todo pero ahora yo no sé si voy aguantar. Ni yo, ni él porque se le ha puesto un carácter de no soportarlo y al final tengo que saltar.
     Tampoco es necesario como mis vecinos que dicen que están ahora mejor que cuando se casaron. Eso tampoco me lo creo yo. Como tampoco me creo, que con ir a pintar, hacer excursiones y a bailar tangos como hacen ellos, estén viviendo una segunda luna de miel. Que no me lo creo que él también es joven para estar jubilado y ella es como yo que tiene los cincuenta recien cumplidos y que no pueden estar tan felices por estar como siameses.
     Y digo yo, el mundo ha estado siempre muy mal organizado, sí, y muy mal repartido pero si ahora no hay trabajo y los que lo tengan van a estar hasta los ochenta en el tajo porque no hay dinero para pensiones, me quieren decir ¿por qué jubilaron a mi marido antes de tiempo? ¿por qué nos hicieron esta faena?  A nosotros y a todo el mundo empresarial. Y el Estado no debe estar muy contento porque nos va a pagar la pensión treinta años.
     ¡Pues si que saben ustedes de economía y de matrimonios¡

    


martes, 12 de junio de 2012

La primera vez

     Ha llegado a la cita media hora antes. Se sienta al final de la cafetería para poder ver a los que entran. Quiere verlo llegar y como la busca entre tanta gente. También se ha instalado en el último rincón porque si se arrepiente en el último instante, se podrá marchar antes de que la localice. Como en las películas, piensa, igualito que en las películas, y sonríe sintiéndose por primera vez protagonista de una historia.
     Nunca tuvo pareja, algún novio de dos días y una aventura de una noche con el portero de su urbanización. Siempre pensó que aquel hombretón tan amable, estuvo con ella porque no tenía otra cosa que hacer y la vio tan perdida en esa vida aburrida que llevaba, que pensaría, un achuchón y se va tan contenta. Y la verdad es que se fue tan feliz porque no esperaba nada de él, ni le interesaba. Aunque le fastidió como la miraba después, como casi todo el mundo de su alrededor, queriendo agradar porque piensan que es una pobrecilla. Remueve el café con rabia, todos igual, no quiere que sientan pena por ella, a santo de qué. Como su cuñada que se cree que es tonta, que ella se da cuenta, perfectamente, de las sonrisitas cuando le pregunta si no tiene novio o si sigue enamorada de aquel actor. Luego se pone muy amable, claro, por la cuenta que le tiene, como se despreocupa de los suegros, como está la tía Pilar para cuidarlos. Y a los sobrinos igual, noche de fiesta, noche con la tita Pilar y ella encantada con hacer de niñera y su cuñada, también.
     Está conforme viviendo aún con sus padres. No los va a dejar solos aunque a veces se le hace cuesta arriba que quieran tratarla como cuando era una niña. Y están muy mayores, bueno ella también está muy mayor, se dice para sus adentros, aunque últimamente ha adelgazado. Desde lo de internet.
     Nunca le gustó demasiado lo de conectarse, pero se fue picando, se fue picando y llegó a los chats. Le daba un poco de miedo porque había oído que pasan muchas cosas raras pero su sobrina la convenció. Si se entera su madre, arma la de San Quintín.
     Al principio no quería contestar a los mensajes, luego le pareció divertido y después se hizo una experta en el coqueteo en la red. Hacía lo que todos, se construía una existencia que le gustaba y si podía, mentía. Decía que tenía 30, que era delgada y ejecutiva. Decir que era menopáusica y auxiliar de enfermería a media jornada, no le parecía atractivo. El sí le pareció atractivo desde el primer momento. Al principio dudó de lo que contaba pero cuando hablaron por teléfono y le mando fotos, vio que era como a ella le gustaba. Y allí estaba, esperando.
     Su primera cita y con un miedo que la tenía paralizada y más cuando le vio acercarse, sonriente. Estaba tan en sus cosas que no le había visto entrar. Era un poco más mayor de lo que le había dicho, bueno, igual que ella, y estaba mas gordito que en las fotos. De todas formas lo de internet, funciona, pensó, y no le voy a contar a nadie que lo he conocido así. La gente diría que viene por algún interés maligno pero a ella qué le van a quitar, quién va hacerle daño. Los hombres no son tan malos como dice su madre que le pone el cuerpo a una, revuelto, sin ganas de nada.
     Ya está enfrente de su mesa. No está nada mal. No es Richard Gere pero le da un aire, por las canas.
     Le gusta esa sensación de película. Por internet, sí, pero de película. Su primera vez.



jueves, 7 de junio de 2012

Sueños que se olvidan

     Hoy me gustaría escribir los versos mas tristes, como quiso el poeta. Hoy debería contar mil cosas importantes. Hoy necesitaría ser ocurrente, original y única. Pero esas cosas no suceden cuando uno quiere, no pasan porque lo desees. Si lo intentas salen palabras que todo el mundo sabe, que cualquiera puede decir. Y yo prefiero callarme.
     Me llama mi amigo y me dice que por qué no escribo todos los días. Me regaña mi amiga por la misma razón. Mi madre me dice que tampoco me vuelva loca que aunque ella siempre pensó que yo escribiría un libro, esto del blog, no lo ve claro y mis hijos me insiten que utilice el twitter para contar mis cosas, pero durante el día que por la noche hay mucho loco, supongo que pensarán, que como yo. Por la noche escribo, pienso y no duermo. Entre lo que pienso y escribo en el ordenador se me pasan las horas para contar muy poco. Entre línea y palabra, me pregunto si alguien se puede interesar por lo que escribo, con lo bien que lo hacen otros.
     En estos días he acudido a distintas presentaciones de libros, “Del gol de Zarra al de Iniesta” escrito por dos jóvenes periodistas David Guerra y Borja de Matías, a la de mi compañero Rubén Uría que nos presentaba “Hombres que pudieron reinar” o a la fiesta-coloquio de mi amigo Nacho Montes con su “¿Nada que ponerte?”. Un mes de feria del libro y de amigos que presentaban, entre nervios y temores lo que era su primera obra. Y yo les envidiaba. Así como suena, ni envidia sana, ni nada, envidia pura y dura que la sana no sé cuál es. Envidia por haber sido cobarde y no lanzarme a contar mil historias imaginadas, por no alargar el tiempo de espera y de musas que no llegaron rápidas, por creer más en los otros que en lo propio y por mil disculpas que me he ido poniendo día tras día, año tras año. En esas salas abarrotadas de amigos, curiosos y medios de comunicación, yo les envidiaba y les admiraba, más que nadie. Ellos lo consiguieron.
     A lo largo de una vida te vas dejando atrás sueños sin cumplir que vas olvidando según van perdiéndose en el calendario y cuando los recuerdas, ni siquiera te reconoces en ellos, sinembargo hay metas que te persiguen hasta que las alcanzas. Si no es así, duelen y por eso aunque pase mucho tiempo, aunque nadie lo crea ya, seguimos pensando que lo conseguiremos, son una razón más para estar vivo y para creer y no olvidar, aquello que soñamos, una tarde gris.
     Mañana empiezo a escribir.



martes, 5 de junio de 2012

Eso no me lo decía usted, antes

     No hay cosa mas tonta que querer agradar y quedar fatal. Y pasa mucho. En reuniones, encuentros de amigos y demás celebraciones tienes que hablar con gente que no has visto desde hace tiempo o que te presentan en el momento y se hace uno el agradable, se intenta quedar bien y se mete la pata con una facilidad pasmosa. Hablas por hablar, dices una tontería, te das cuenta o no, según tu inteligencia y te das la vuelta hacia otro corrillo a probar suerte con la oratoria, dejándote un individuo o grupo al completo, impertérrito y  ya chafado para todo el día.
     Con la edad y las relaciones es muy sencillo equivocarte y quedar como un perfecto idiota. En una ocasión ví atónita como un pardillo queriendo entablar conversación, le comentó a una señora que tenía un hijo muy simpático, cuando en realidad era su marido y mucho mas mayor que ella. Aún me pregunto como aquella buena mujer se mantuvo digna y no estrelló la copa que tenía en la mano y se tiró en ese instante, al cuello del dicharachero señor.
     Si se tiene una edad, una edad importante, es muy común que queriéndote alagar, te fastidien y que encima tengas que dar las gracias, si no, me cuenta usted, como se le queda el cuerpo cuando te dicen frases como “qué guapa estás para los años que tienes, hija” o “cuántas firmarían  por estar como tú, a tu edad” o la peor “qué bien te conservas” como si fueras una estatua o peor, una momia.
      Si estás guapa lo estás y punto, serás guapa madura, guapa anciana, o guapa adolescente, pero no sé es guapa a una edad y luego, según pasan los años te conviertes en horrorosa. Es como si sólo se pudiera estar bien, de 15 a 30, luego es conservar, remozar y apuntalar lo que tenias. Si lo consigues, te conservas bien, como Tutankamon
      Estos son los mejores cumplidos, los que te dicen sin mala intención porque luego están los de fastidiar, simple y llanamente, como ese casi grito “pero ¿qué te has hecho? ¡Estás fenomenal!” es decir que antes estabas de pena y ahora has pasado por el cirujano y a eso se debe tu apariencia, no estás bien por tus propios méritos sino por la ayuda del bisturí. Pura mala baba.
     También existe la frase tibia que no sabes cómo clasificar, la de ¡estás como siempre¡. Si la analizas puede indicar tres cosas: que has tenido cara de vieja, toda la vida; que estás igual que hace 20 años, cosa que es mentira e imposible, con lo cual te veían fatal entonces y tercera que es otro cumplido tontísimo.
     Según pasan los años las mujeres dicen que nos volvemos invisibles, estado que casi prefiero a que me mencionen lo de la conservación-congelación. Tenemos las arrugas que nos corresponden por vida y por genética, el cuerpo que podemos después de caminar 8 km a pleno sol, intentar seguir los pasos del supermoderno ejercicio, llamado  Zumba y comerte, después de tanto jaleo, un café con bollo.
     Estamos, como estamos, peor o mejor, pero por favor no me recuerden que hubo un tiempo que todo estaba en su sitio y en el que nadie remataba un piropo con lo de, para los años que tienes, porque entre otras cosas ya sé, la edad que tengo










jueves, 31 de mayo de 2012

Bodas de Plata

     Mira a través de la ventanilla del metro-tren que la lleva a su casa. Piensa lo distinta que es su vida a la de su hermana. Son gemelas, son iguales pero con diferentes vivencias, diferentes sensaciones  y diferente futuro. De pequeñas eran dos gotas de agua que reían, hablaban sin parar  y hacían felices a sus padres. Ahora sólo su hermana tiene capacidad para reír y crear un buen ambiente a su alrededor. Ella sólo disimula y sufre.
     Las dos se casaron el mismo año, no el mismo día porque hubiera sido una horterada, como dijo su marido, aunque a su hermana le parecía divertido, estaba tan contenta con la boda. Ella, no tanto. Aún no sabe porque no dio marcha atrás en el último momento. Sus padres la hubieran entendido. O puede que no. Nadie entiende que por un grito tonto y un empujón, se anule una boda y menos con un arquitecto. Su hermana en cambio, se casaba con un fontanero. Su cuñado era y es un pedazo de pan y el único hombre con el que se puede hablar, el que sabe que la ayudaría, si lo necesitara. Es bueno, fontanero, pero bueno  
     Vuelve la cara hacia el cristal donde comienzan a reflejarse las luces de las casas que se ven a lo lejos y le empieza a entrar miedo y esa angustia con la que se levanta todos los días desde hace veinticinco años. Sabe que cuando llegue la recibirán con un escueto, “ya vienes contenta, ya has estado con tu familia” y después, con suerte, silencio. Es sábado y las chicas han salido y él se irá rápido a su partida de mús. Ella quiere que se vaya pronto y que llegue tarde. Como su tren, como su pena. Muchas veces, como ahora, piensa que puede que no sea para tanto, que él nunca le ha dado palizas, sólo alguna torta y que casi lo prefiere a cuando le habla bajito, muy cerca de su cara, agarrándola de los hombros, susurrando, escupiéndole  que le pone nervioso, que es una inútil, que sin él sería una peluquera de mierda y tantas cosas que ya ni recuerda. Eso ya no le importa. Lo de su hija es peor.
     Nadie la creería cuando contara lo que es realmente su vida, ¿cómo van a creer que su marido, tan educado, tan señor, se comporta así con ella? ¿y su hija? ¿alguién sensato se va a creer que la niña estudiosa y educada, la desprecia tanto? Él ha conseguido lo que quería, anularla, dominarla y ha hecho que las niñas la vean como si no existiera, como si no valiera nada o como si estuviera loca. Todos piensan que son una familia fantástica, que ella ha tenido mucha suerte pero que con el paso de los años ha perdido alegría y que se ha convertido en una mujer taciturna, triste, seria, demasiado seria.
     Nadie le pregunta. Su gemela a veces, la mira al fondo de sus ojos y parece que lo sabe o eso quiere creer. Ya nadie se extraña que él nunca la acompañe en las pocas ocasiones que va a visitar a su hermana y nadie sabe que es cuando tiene tiempo para respirar y aunque pase horas en el camino, le da igual porque parece que le gana la partida a él que la quiso alejar de todos y poner kilómetros de distancia.
     Una voz cantarina anuncia que llega su parada, su calvario, su vida, su realidad  y además tendrá que inventarse la forma de no organizar las bodas de plata. Hoy su gemela le ha vuelto a insistir en que quiere celebrar los 25 años con una gran fiesta y las dos juntas y le ha dicho que ya sabe que su marido ha accedido, lo que ni se imagina es como se lo dijo a ella, bajito, en su nuca, escupiendo las mismas palabras: lo hago para que no te quejes, para que veas lo bueno que soy y lo mierda que eres tú.
     Su hija le ha dicho que es una horterada, como ella y su tía. Y no quiere celebrar ningún aniversario y no quiere y no puede.
     Le gustaría quedarse en el tren.



jueves, 24 de mayo de 2012

Buenas noches, María

     María no tiene cincuenta, sus hijas sí. María nació antes de la guerra y la sufrió. María sabe lo que es pasar hambre de pan y de letras. María siempre ha sabido sacar lo bueno de las cosas. María ha querido mucho y la quieren mucho.
     En un pueblo blanco se curtió de vida y Madrid le dio tranquilidad y progreso. Trabajo, ahorro, trabajo, amor, trabajo, para que los niños estudien, para que sean algo. Y lo fueron. Tuvo una buena casa y unos buenos hijos y entre alegrías y alguna pena fue viviendo. Siempre acompañada de su amor. Ella se casó joven, antes, tenía que haber sido, le decía él. Mas años para disfrutar juntos, mas años para restar los que el destino les robó.
     El se fue después de tanta lucha, cuando todo iba muy bien y ella se quedó sola, como tantas. Otras se encierran, se olvidan del mundo, se quedan en el pasado. María sacudiéndose las lágrimas, por dentro y por fuera, un día cogió el bolso, salió a la calle y pensó que todo tenía que continuar, aunque fuera sin él, aunque fuera tan amargo. La vida es así, se dijo y abrió la puerta del Centro de Mayores, con las mismas ganas con las que desde niña, se enfrentó a cualquier problema. Ella siempre quiso saber y ahora podía. Ese era su sitio y su momento. Aprendió informática. Escribo muy mal, advierte, pero con el ordenador no se nota, aclara a todos.
     Un cumpleaños, sus hijos le regalaron un ordenador y ahora la pantalla de su portátil se ilumina cada noche para ver las fotos de sus nietos, conectarse a Facebook o escribir correos, el corrector me ayuda mucho, repite. A través de ese aparato que nunca pensó pudiera cambiar tanto su día a día, lee todo lo que no leyó, lo que le quitaron porque a ella no le tocaba. Ahora sí.
     Cada noche lee un poquito de este blog. Muy pocos de los que entran aquí, analizan, saborean  y se merecen tanto estas líneas como María, por lo que a ella le ha costado llegar a conectarse a la red, por su esfuerzo y porque muchas de nosotras caminamos con el portátil debajo del brazo, pisando fuerte en oficinas, universidades o por cualquier acera, gracias a mujeres como ella que no estudiaron pero que nos hicieron estudiar y que soñaron su vida a través de la nuestra. Por eso y por cien mil cosas más, hoy tengo que decirte, a ti únicamente, Buenas noches, María
 


martes, 22 de mayo de 2012

El cambio ha llegado

     ¿Cómo me visto? ¿cómo me peino? ¿cómo me maquillo? Nunca pensé que esas tres preguntas me las llegaría a realizar a mi misma, seriamente. Todo llega. Hasta las mas seguras, que no es mi caso, alcanzan una etapa en que saben que algo en su aspecto no va bien y que tienen que cambiar porque sí, porque toca y porque ya de tanto parecer tú, pareces otra. Con lo cual comienzas a pensar ¿me doy mechas o reflejos para quitarme diez años? ¿me visto con traje, siempre? ¿qué me pongo para parecer joven sin hacer el ridículo? Grandes cuestiones que no han cambiado el mundo pero que tienen su aquél. 
     En esas elucubraciones, en esos momentos de duda para estropearlo aún más, puede ocurrir y ocurre, que te encuentres con una antigua compañera de colegio que te dice eso de “uy, no te conocía, estás muy cambiada” y tú, sonríes, te callas por no decirle lo de y tu sigues con la misma mala baba que te caracterizó desde pequeñita, hija y ¡cómo no voy a estar cambiada desde la Comunión¡ Y en vez de irte a tu casa, acostarte y arroparte, que sería lo mejor, vas y te miras en el primer escaparate que se te ponga por delante. Sin remedio, llega el estupor, el gran estupor diría yo, porque quien te mira desde el cristal, es otra mujer que no eres tú. La que ves en ese instante es una señora-señora, con ropa desfasada y una coleta como para jugar al tenis. Y te preguntas compungida ¿esa soy yo? En esa décima de segundo de reconocimiento, confusión y enajenamiento has comprendido que ésa, eres tú y que la cámara de fotos digital, no te saca mal porque te tiene manía, es que la irreconocible del verano pasado, también, eres tú. Ha llegado el momento de cambiar y aceptar lo que hay. Se tiene que hacer aunque duela. Y ahí llega la hecatombe, solita, sin avisar, pero la hecatombe.
     Siempre me pareció incongruente la actitud de aquellos que decían que aunque tenían una cierta edad, su espíritu era de un joven. Me lo pareció hasta que me percaté que a mí me pasaba lo mismo, obviamente no digo lo del espíritu joven porque es del siglo pasado, pero lo siento. Y si lo sientes, ¿cómo te vistes, de tu edad o de la que crees tener?, ¿cuál es el peinado adecuado? ¿cómo renuevas tu estilismo al que llevas tantos años unida?¿eh?¿cómo?
      Mi madre decía que a partir de los cuarenta había que acortar la melena y alargar la falda, pero a mí el dicho se me pasó como los cuarenta, sin enterarme y ahora, que es el momento de hacerlo, me supone tanta complicación como me pareció siempre hacer el pino, porque mi cabeza va por un lado, mi cuerpo por otro y mis años se enredan con la melena que no sé cuando voy a recortar.
     Y aquí estoy, cambiando el armario de invierno a primavera y de chica de los 80 a señora del 2012. No sé cómo voy a terminar, ni cómo voy a empezar, de momento he tirado las hombreras, aunque se vuelvan a llevar, he dejado prendas básicas, es decir, nada, porque lo que nunca se pasa de moda, me está pequeño y he pedido cita para cortarme el pelo pero como esto siga así, voy a tirar el armario por la ventana, con espejo incluido y me voy hacer amiga de la Obregón para creerme siempre divina y eternamente joven.
     Ya cambiaré a los sesenta.
    


jueves, 17 de mayo de 2012

La Graduación de mi niña

     Allí están las dos, sentadas, expectantes y sin querer parecerlo, emocionadas. Son amigas desde hace muchísimos años, han vivido cosas juntas y separadas, se ven muy poco pero saben la una de la otra, todo lo que hay que conocer de alguien a quien quieres. Cuando se reúnen aunque haya pasado tiempo, como en esta ocasión, retoman la conversación como si el último café lo hubieran compartido esa misma mañana. Hoy se han vuelto a ver porque la niña ya tiene 18 años y es el día de su graduación.
     Las dos mujeres miran una y otra vez a que aparezca la mas rubia, la mas guapa, la mas buena, la que llegó porque su madre se empeñó, porque quería tenerla, porque necesitaba parirla y le daba igual lo que los demás pensaran. Nunca estaría sola, siempre tendría alguien a quién amar.  
     Un día de Navidad llegó la niña. Y ella fue feliz. Cuando su amiga entró en la habitación del hospital, contempló una mujer plena con su sueño entre los brazos y en ese mismo instante aunque siempre la había querido, la empezó a mirar con ojos de admiración. Ella había tenido un sueño, lo había luchado y allí estaba el bebé. Las dos sabían que el camino que comenzaba, iba a ser difícil. Y lo fue. Y lo es.
     Desde aquel momento mágico, cada una siguió con su vida, una con su niña soñada, la otra con su familia feliz, las dos con el trabajo y las dos con el vínculo creado aquella mañana fría de diciembre. Unidas y separadas a la vez, por una vida cargada de hipotecas, problemas o desvaríos.
     La madre y la madrina ven como recorre el pasillo, como sube a por su diploma, como se vuelve tímida y les sonríe y ellas la miran, se miran a su vez, no pueden hablar, aplauden y lloran en silencio, pensando que ella es feliz y que ellas también y que en ese salón de actos habrá muchas historias, algunas maravillosas, otras no tanto  y que cada padre pensará miles de cosas en ese momento, pero las dos mujeres saben que pocos de los que allí están, han sido tan deseados como la niña buena, la niña guapa y que para que la mas anhelada reciba la orla, su madre ha tenido que dejar muchas cosas por el camino, sin importarle, sin mirar atrás, jamás, por eso su amiga está a su lado. Muchas, piensa, no hubieran sido capaces, ella misma, seguro que no.
     Los jóvenes siguen recogiendo sus diplomas con caras felices y las dos mujeres continúan cada una en su pensamiento, recorriendo la vida de la niña y deseando que todo lo mejor, suceda. Saben que aunque madre e hija, son tan valientes que teniéndose la una a la otra, son capaces de torear al mundo, la amiga las acompañará, como ahora, en que ya no pueden más y cuando la niña, la mujer, llega hasta ellas, se abrazan las tres y sienten que cada una a su manera, han cumplido su sueño, han conseguido una amiga, una hija, mucho amor y miles de cosas que no caben en una graduación.



martes, 15 de mayo de 2012

Inés ya no puede soñar

     Daba vueltas en la cama, daba vueltas su cabeza y no encontraba la solución. No era justo. Tantos años intentando tener una casa, un trabajo, un dinerito para las vacaciones, un fondo de pensiones y poco más y ahora todo se va al traste, todo cambia y no para ella, ni para su marido, ellos ya tienen la vida resuelta aunque al ser funcionarios cada día cobren menos, pero eso no le preocupa ya saldrán y más mal que bien, no se pueden quejar.  No puede dormir pensando en sus hijos, eso sí que le preocupa. Antes pensaba en su futuro, ahora no, ya no hay futuro. Ahora tienen un presente con muchos problemas. 
     Fue duro que los cuatro hijos estudiaran una carrera pero con mucho sacrificio por parte de todos, lo consiguieron. El pequeño terminó el año pasado y sigue sin trabajo, bueno, está de becario pero sin cobrar aunque es el que menos le preocupa por ahora, sigue en casa. A los mellizos no les va mal, aunque se fueron hace dos años a Malta. Tienen trabajo, un piso que comparten en el paseo marítimo que está muy bien y le dicen que tienen calidad de vida, aunque ella siga sin comprender que para trabajar en internet, tengan que haberse ido tan lejos, pero bueno ellos son felices, ella menos. Se fueron igual que los abuelos a Suiza aunque esto parece diferente o al menos quiere creer que es distinto. Emigrantes de lujo dice su marido, pero emigrantes al fin y al cabo, dice ella.
     Lo peor se lo lleva la chica, Susana, con lo bien que estaba, con su ático, su trabajito en la misma empresa que el marido y su bebé que quiso tener antes de los treinta para no ser una madre mayor. Buenos sueldos, buenas primas, buenos coches, gimnasios, viajes y en un año, todo ha ido desapareciendo, la constructora la primera que se evaporó y luego, lo demás. Y ahí están que el piso se lo lleva el banco y se lo lleva y no hay tu tía. La nieta ya no va a la guardería y no tiene nanny que la atienda porque ya están los papás en casa todo el tiempo y ella se desespera, les quiere ayudar, su marido se resiste, una ayudita sí, dice, pero hacerse cargo de la hipoteca, imposible. Muchos jóvenes están igual pero a ella le quitan el sueño los suyos y no es que sea egoísta es que no ve la solución, es que ya no pueden hacer más, que cuidan a la niña para que los padres, los pobres, vayan a las mil citas de trabajo, que les llenan la nevera, que les compran los dodotys, pero para la hipoteca no les llega.
     No es justo, creía que todo seguiría su curso como en anteriores generaciones que poco a poco irían mejorando, pero ahora no, es al contrario, están peor, mucho peor que cuando empezó la vida con su marido, está todo peor que hace treinta años y ya no le preocupa lo que le pase a ellos, le duele el alma por los que vienen detrás, por sus hijos que lo están pasando mal y no puede hacer nada. Se siente impotente ante la injusticia de ver a sus niños pasando estrecheces cuando ella no las pasó.
     Sí, va hacer algo. Está decidido. Mañana les dice que se vengan a su casa a vivir y que alquilen el ático para pagar la hipoteca. Solucionado, se vienen los tres a casa y punto. Lo hablará con su marido que sigue en vela aunque se haga el dormido y ya está, arreglado, a otra cosa.
     Inés no logra conciliar el sueño. Inés sabe que no está, nada, solucionado.


domingo, 13 de mayo de 2012

Neptuno sonrió

     Raquel estaba feliz. Miraba con ojos de niña aquella plaza llena de magia, luces, canciones y sus banderas rojiblancas. No podía dejar de sonreír. Su equipo era campeón y ella, una campeona. Instintivamente cogió la mano de su novio, era su chico y estaba allí, a su lado. Feliz y real. Compartía y vivía aquel momento, intensamente, aunque intuía que les quedaba un largo camino por recorrer.
      Nunca pensó que a estas alturas de la vida le podría pasar, pero sucedió. Su primer matrimonio terminó sin saber cuándo, ni donde ni porqué, como la canción, pero terminó. Se agotó. Ella había sido moderadamente feliz, durante 20 años y suponía que su ex, también. Él, seguía triste y lo peor de todo, solo. Ella no quería que sufriera pero lo que se termina por agotamiento, no hay quien lo rehaga y había deseado que encontrara otra pareja para que olvidara el aniversario de una boda que ya únicamente existía en un álbum y para sentirse tranquila, sin remordimientos. Ellos no habían tenido hijos y la separación fue mas fácil, al menos para ella. Y es que había otro amor que la estaba esperando y que le devolvió las ganas de reír, de salir, de arreglarse, de parecer mas guapa aunque su novio le repetía constantemente lo maravillosa que era, pero Raquel sabía que no era Sharon Stone y que tenía diez años más que él. Otra sorpresa en su camino, enamorarse de alguien mucho mas joven. Le parecía imposible. Cuando veía a parejas con una gran diferencia de edad, dudaba de que fueran reales, que fueran verdad. Pensaba maliciosamente en que habría algo oculto que necesitaba el mas joven. Podía ser seguridad, admiración, situación económica o vaya usted a saber qué, pero algo que no era precisamente amor. Así pensaba ella antes. Ahora no. Raquel no podía ofrecerle mejor situación económica porque su nuevo novio tenía un buen negocio y una gran casa. ¿Seguridad?, eso sí, porque seguramente, en ese momento nadie le podía querer como ella lo hacía y si alguien sentía admiración, era ella, a ese chico que llegó a su vida para hipnotizarla, para hacerla sentir de nuevo y para amarla.
      Volvió a mirar la fuente, magnífica, mas bonita que nunca y hasta vió como Neptuno sonreía en una noche calurosa, con un cielo cuajado de estrellas, con gente vestida de rojo y blanco, con caras sonrientes que parecían darle la enhorabuena por el triunfo del equipo y por aquel pedazo de señor que tenía al lado y que la quería y que cantaba, el campeones oe oe, mirándola, como si no hubiera otra en la plaza. Y gritó que estaba feliz y que sí, que era posible, que podía suceder, que eran campeones.
Los dos.  


jueves, 10 de mayo de 2012

Educación, sí, gracias

     En algún rato perdido, juego a pensar lo que sería mi vida hoy, si en un ayer, hubiera cambiado una respuesta, hubiera elegido una casa para vivir en vez de la que me recomendaban, hubiera aceptado un pacto, aunque yo no lo quisiese, o hubiese olvidado un amor o a una recomendación en el caos agotador de la juventud. Todo sería diferente, no sé si mejor o peor, pero distinto.
     Hay quién cree en el destino, en la suerte y en un hado divino que te va encauzando hacia un camino ya dibujado. Yo sin embargo pienso en las múltiples vidas que podrían ser, en los infinitas mutaciones que se podrían producir al cambiar simplemente una palabra, una actitud o un gesto. Si mi padre me hubiera escuchado cuando dije que quería ser cantante pues ahora no lo sería tampoco, pero hubiera estudiado música. Si mi madre no me hubiera mirado como diciendo está niña está de la cabeza, cuando dije que quería ser artista, ahora, tampoco lo sería, seguramente, pero habría  habido un instante en que hubiera creído serlo. Ellos cambiaron mi vida
      Afortunadamente mis padres lo único que querían era que estudiase, que fuera a la Universidad, era su fin primordial. Lo que estudiara daba igual, pero tenía que estudiar. Y aunque no eran tiempos fáciles para nadie, pude realizar, no sé, si mi sueño o el de ellos. Fui universitaria y escogí la profesión que realmente me gustaba, o al menos la que más me gustaba después de la de vedette. Mi destino cambió por esas decisiones, o esas, no decisiones. La vida de cualquiera puede cambiar igual y aunque dicen que la verdad te hace libre, que puede ser cierto, el ser libre para decir la verdad, para elegir y para conocerla es lo que realmente te hace serlo. Y eso, decía mi padre, te lo daban los libros, te lo daba la educación. Libre para escoger, si quieres estudiar o no, si quieres llevar a tu hijo a un colegio público o privado, si quieres hacer medicina o ser peluquera.
      El poder de elección, eso si te hace libre. El problema es cuando no puedes escoger, donde todo es complicado, donde todo se recorta, donde no hay dinero, donde no hay ganas y en lo último que deben quedar fuerzas y ganas es para que cualquier niño tenga derecho a educarse tanto como pueda, tanto como quiera, que todas las posibilidades que tenga, se las ofrezcan, no que se las recorten, ni a él, ni a sus padres. Que puedan elegir. Que puedan saber.
      Para que una sociedad sea mejor, todos sabemos que es necesario una educación íntegra, el saber y conocer más nos hace también ser un poco mas libres. Así que por favor, recorten lo que quieran, supriman lo que deseen pero en la educación, en nuestros profesores, en nuestros colegios, en nuestros niños, no, gracias.



lunes, 7 de mayo de 2012

Mujeres solas

     Cuando yo quería ser escritora había una idea que me rondaba siempre, escribir sobre las mujeres solas, las que no lo eligieron pero la fuerza del destino jugó con ellas y perdieron. Se quedaron sin su pareja en una décima de segundo por un accidente que les cambió la vida o después de penar con una larga enfermedad. Da igual la forma, se quedaron solas, sin querer, sin haberlo planeado, sin saber.
     Quería escribir sobre ellas porque las he ido conociendo a lo largo de los años y me han ido enriqueciendo, tienen mucho que enseñarnos y porque fundamentalmente, se lo merecen. Son de todas las edades y de toda condición y las he visto como han intentado, cada una a su modo, sobrevivir a la muerte del otro.
     En mi particular álbum de mujeres solas a la fuerza, el de la viuda casi niña, es desgarrador, la que se queda desnuda de cariño ajeno, cuando aún casi no ha empezado a compartir. Es la negación absoluta a lo que realmente ha pasado: ni se lo cree, ni lo acepta. También he vivido la  dura lucha de las jóvenes, con sus hijos por bandera, o las de mediana edad, sin fuerzas para seguir o la mirada de las más mayores, sin vida porque toda la que tenían la compartieron con él que se fue.
     Las he visto muy cerca y de muchas maneras, pero hay un denominador común en casi todas ellas, no han vuelto a rehacer sus vidas, lo intentaron en algunos casos, no quisieron en otros y en una mayoría ni lo pensaron porque creyeron que nunca encontrarían algo como lo perdido. Quizás porque la muerte puede llegar a idealizar al que se va o porque realmente cuando te arrebatan algo que deseas, ya nunca quieres volver a intentarlo, por miedo, por desconfianza. Hay quién vuelve a encontrar el camino de otro amor, pero son mayoría las que añoran y se quedan en el ayer aunque pasen los años y las oportunidades. Es como cerrarse a lo que está al lado y no olvidar nunca lo que se fue porque nada desaparece si lo recuerdas.
     Todas empezaron su andadura como mujeres solas, preguntándose qué hacer y cómo hacerlo. Algunas volvieron a la normalidad, abriéndose paso a codazos con la realidad. Otras no lo logran y continúan todo su vida como en los primeros días, en los momentos de no aceptación, de no poder vivir y se encierran en el luto eterno, sin saber salir de allí o sin querer hacerlo.
     Sí, he conocido y conozco a muchas mujeres solas y dos de ellas me hicieron participe de una de las escenas mas duras y tristes que he podido contemplar. Dos mujeres encerradas en sus pensamientos, una viuda de pocos días y una mal casada, las dos, mirando al infinito. Una llorando su pérdida, la otra añorándola y muy bajito, como acostumbran hablar a las que han golpeado, maltratado, en alma y cuerpo, en apenas un susurro, se rompe el silencio de las lágrimas, con un “qué felices seriamos las dos, si en vez del tuyo, se hubiera ido el mío".
     Quedarte sola cuando no quieres, es romperte la vida, pero la soledad te aplasta cuando la vives con quien no amas, con quién no te quiere y que aunque no consuele, aunque no las consuele a ellas, a las mujeres solas, es mucho peor no haber vivido ni un minuto de amor compartido.


jueves, 26 de abril de 2012

Todos, una década menos

     Estoy pero que muy hartita. Muy harta de que nos traten por sistema como si fuéramos tontas o mucho peor, lerdas e ignorantes. No voy hablar de política, ni de la Monarquía, que podría, ni del trabajo, ni de fútbol que sería lo propio. No, es algo mucho más frívolo pero que de igual manera me tiene bastante cansada. ¿Alguien se puede creer que por utilizar una crema, vas a parecer diez años mas joven? Nadie. Los publicistas, sí. Los creativos de una marca, la cual no quiero recordar y voy a obviar por mucho tiempo: sí lo creen y lo colocan como eslogan en el anuncio y se quedan como si nada.”Te hace parecer 10 años más joven”, así sin anestesia, en plena sobremesa y quién te lo dice, tiene exactamente 23 años, que si se quitara la susodicha década, la veíamos con acné.
      Lo de sancionar la publicidad engañosa es algo a descubrir porque generalmente se desconoce a quién, cuándo y cómo se ha hecho. No quiero ni pensar, aunque en algunos casos trascienda, qué habrán llegado a decir para que les multen.
      Las personas normales no nos creemos esas patrañas, sólo nos cansa. Hasta nos puede llegar a resultar gracioso que anuncie un anticelulítico, una señora estupendísima que además diga que lo necesita y que le ha hecho efecto en un mes. Y existe otra razón evidente, no necesitamos que nos digan que una crema nos rejuvenece tanto porque nosotros solitos ya nos creemos diez años mas jóvenes. Es algo que pasa en esta época, nunca antes sucedió, entre otras cosas porque todo el mundo quería parecer adulto, mas sabio, ahora no, nos creemos mas jóvenes y lo peor es que nos comportamos como si lo fuéramos. Está comprobado, los de 50 actúan  como si tuvieran 40, los de cuarenta como si fueran treintañeros y los de esa edad como si estuvieran en la década de los veinte y los de esa edad, mejor no hablar, porque la larga adolescencia está en la mente de todos. Si aún quedan dudas, únicamente hay que recordar cuantas veces hemos oído, a una pareja metida en los treinta decir que aún no es el momento, que no se sienten maduros para tener un hijo. Mi madre lo tuvo a esa edad y pensaba que ya era mayor. Hablando de maternidad y su tiempo, una famosa presentadora cercana a la cincuentena va a tener un hijo y parece lo normal, lo lógico. Que puede que lo sea, yo ni opino, ni digo que esté mal, sólo lo cuento.
     Volviendo al tema, que sí, que ahora  todos vestimos, sentimos y hacemos cómo si tuviéramos diez años menos, incluso mi madre que también se ha contagiado del retroceso y ha dado el salto generacional, hace todo lo que haría antes, una de sesenta. Y para certificar por completo, sólo hay que mirar fotos de nuestros padres a nuestra edad.¿somos o no somos sus hermanos pequeños?
     Para terminar, una súplica: Por favor no mas anuncios de los que nos rejuvenecen tanto porque entre esas cremitas y lo que ya pensamos nosotros, nos vamos a quedar en ná


martes, 24 de abril de 2012

El agua purifica y el acuagym, también


     Hay comportamientos humanos que cuando se ven desde lejos, no se entienden y pueden llegar a resultar chocantes. El acuagym, es uno de ellos.
     Señoras en su mayoría,  dando saltos, corriendo o bailando dentro de una piscina, con tobilleras de espuma,  mancuernas de goma, cilindros, balones y aditamentos varios, si no eres  Gemma Mengual, queda un poco complicado de ver, pero merece la pena y no sólo porque hacer ejercicio es bueno, sino porque la terapia que se realiza es mucho mejor.
     El acuagym es en primer lugar una cura de humildad y de vanidad. Prueben a colocarse un bañador de competición y un gorro de los que te exigen en las piscinas: de un plumazo has perdido tu identidad y no te queda ni rastro de vanidad, ni coquetería. No se puede estar menos atractiva. Si a ello le unes que tienes que desnudarte, colocarte el bañador, ducharte y volverte a vestir, con los calores y vapores de los vestuarios, delante de otras veinte mujeres, no tienes ya nada que ocultar en la vida. Pero no sólo por fuera, es ahí cuando comienza el ejercicio que parece complicado de realizar, de fuera a dentro. Por fuera, estás como estás y sin remedio y lo de dentro, lo que te preocupa o lo que quieres compartir, lo muestras con toda la naturalidad del mundo, como ya has hecho con tu cuerpo.
     No sé cómo se produce la catarsis pero las que allí vamos, en tan corto periodo de tiempo, somos capaces de alegrarnos porque una encuentra trabajo, solidarizarnos con la mala racha de la otra, unirnos al sobresalto del hijo que quiere dejar de estudiar o el que se divorcia, sufrir por la hermana enferma, molestarnos con el marido quisquilloso, dar consejos y recibirlos con la misma franqueza y rapidez, como damos y recibimos la receta de la tarta de queso. Hablamos, escuchamos y sentimos, en tan sólo unos minutos, más que a lo largo del día, más que con los que tenemos cerca. Es como si ya tuviéramos preparado lo que vamos a decir, lo que vamos a confesar, lo que tenemos que digerir. Y lo hacemos. Y en una hora, listas, como nuevas. Nos hemos desahogado, hemos escuchado  o compartido sin alharacas, ni sicólogos, ni siquiera con la necesidad de la amistad íntima. Un torbellino de sentimientos , se enredan, se entremezclan en la clase y  parece como si nuestros problemas del día se fueran diluyendo por el desagüe de la piscina. Volveremos el próximo día, lo necesitamos.
     Y es que está demostrado que el agua y el acuagym purifican.
    

   


martes, 17 de abril de 2012

Yo soy una más

     La llamada de teléfono, no fue para decirme que quedábamos o para preguntarme cómo estaba, la llamada de hoy era para contarme que la acababan de despedir, así, sin avisar. A las diez de la mañana le han pedido que recoja sus pertenencias  y que se marche. Con sus papeles, se llevaba  también, 20 años de trabajo y una nueva cicatriz. Ha dado igual su esfuerzo o su poco sueldo porque entre otras cosas, ahora le pasa a muchos, es una más.
     Es una más, sí, pero no todos tienen cincuenta y cinco años.
     Detrás de cada número en el registro del paro, hay una historia, ya lo sabemos, pero si eres  mujer y tienes más de cincuenta, puede ser drámatica. Hay quien llega a decir que te olvides de volver a trabajar y lo peor es que en algún segundo perdido y triste, tú misma crees que va a ser así. Una y otra vez te repites lo de, si no encuentran hueco, los de treinta, cómo me van a llamar a mí. Es lo que me ha dicho ella, pues, amiga mía,  por la misma razón que el resto, porque tienes ganas de seguir trabajando, porque tienes experiencia y ahora es cuando puedes aprovecharte,  porque no quieres quedarte en casa cuando no lo has hecho nunca, porque te gusta tu trabajo  y porque necesitas el dinero. Tienes las mismas razones que cualquiera. Ya sé que  parece que nosotras tenemos que dar un paso atrás para dejar vía libre,  por un lado a los jóvenes y por otro a los que son como nosotras porque algo tendrán que hacer. Ellos sienten y hacen lo mismo que nosotras. Desesperarnos.
     Ahora que ningún jefe nos pregunta si vamos a tener mas hijos, ahora que es imposible que nos despidan por quedarnos embarazadas, ahora que no pueden decir que nos roba el tiempo, el catarro del niño, ahora que podemos, queremos y lo necesitamos, tenemos que dar un paso atrás porque les toca a otros. No. Ahora, también nos toca a nosotras. Es muy difícil  encontrar trabajo, ya lo sabemos, pero me niego a que me descarten por tener más de 50, entre otras cosas porque se supone que me quedan muchos años hasta que me jubile y hasta entonces quiero vivir como todos y por favor, no me vuelva a repetir que yo ya no voy a trabajar, que es misión casi imposible, no me quite la esperanza, no me quite la ilusión.
     Si nos peleamos con el jefe aquél de la minifalda, si protestamos para que se alargara el permiso de maternidad, si ocultamos nuestro embarazo para no perder el trabajo, si peleamos para que nos pagaran igual que a ellos, ahora, amiga, vamos a ponernos de igual forma en primera línea para pedir un puesto de trabajo, como el de todos, como el que necesitamos, como el primero o como el último, me da igual, pero yo lo pido y tú, también, por lo que trabajamos y por lo que somos, una de cincuenta.  




domingo, 15 de abril de 2012

Gracias, reinas

     Tengo la gran suerte de rodearme de mucha gente con la que compartir mi mundo y de tener amigos de todas las edades y condición que me hacen la vida agradable pero son mis amigas las que dicen mucho de mí y a las que tendré que presentar en este escenario.
      Poder reunirme  una vez a la semana y hablar sin corsés, es una terapia que me ha hecho librarme de algunos malos momentos y desde luego compartir, los muy buenos. La otra noche, la cita era con las más jóvenes, jóvenes  porque llevan menos años en esto del periodismo que las veteranas, a las que ya conocerás y también  porque algunas  tienen la edad de mis hijos. Me siento bien con ellas  y cuando me aceptan, supongo que ellas también conmigo.
     La reunión con las reinas, que así se hacen llamar, me renueva, de la misma manera  que cuando voy a la universidad a dar clase. Hablan de cosas y sentimientos que yo había olvidado, proponen ideas que oí quizás hace mucho, pero que se perdieron gracias a la realidad o a la vulgaridad  y me hacen ver colores que ya creía no existían, como la otra noche, que después de hablar de jefes mediocres y grises, de despidos sangrantes, de envidias incontroladas, una de ellas, dijo la frase que cambió el rumbo de la noche: “Me caso” y todo fue ya, gritos, besos y quitarnos la palabra las una a las otras, con nombres de fotógrafos, iglesias, vestidos y no sé cuantas cosas más. Lo viví con la misma ilusión que lo hacían ellas y eso que he visto tantas bodas y divorcios que sólo el pensarlo amargaría al más optimista, pero no, la otra noche, me contagié de sus ganas, de su iniciarse en un mundo que yo ya tengo bien sabido y de vivir el amor en sus primeros momentos cuando una segunda reina se arrancó y empezó a contarnos  cómo estaba hilvanando el principio de una historia. Con ella pude sentir las dichosas y cursis,  mariposas en el estómago, el no saber qué decir ni dónde mirar, el sentirse feliz sin razón.
     No es la única vez que me he contagiado de sus peripecias, en otra ocasión, muy divertida, me sorprendí hablando del arte de ligar, cuando yo no ligo desde el año 80 y la otra noche, el hechizo con la máquina del tiempo,como protagonista, volvió a repetirse.
     Ellas me hacen sentir, como fuí y de vez en cuando, me gusta.


miércoles, 11 de abril de 2012

Ana

     Ana ha llamado y  ha dicho que ahora, por fin, es feliz.
     Ana tiene muchos amigos que creyeron que ya lo era  porque pensaron que no se podía pedir más a la vida. Incluso cuando las cosas no le iban del todo bien, dieron por sentado que había asumido ese revés  y que continuaba disfrutando del momento que le había tocado porque se le suponía valentía, arrojo y una inconsciencia, rayando la estupidez que primero le hizo mucha gracia a su papá y luego a su marido.
     Ana era feliz porque los demás lo decidieron. Nadie le preguntó.
     Cuando se marchó, cuando huyó, nadie comprendía nada y todo era difícil de encajar. No podían asumir que dejara un hombre cabal, una casa y sobre todo a unas hijas. Nadie lo entendió. Sus amigas no lograban descifrar su marcha, repitiéndose, las unas a las otras que desde pequeña, todo le fue bien.
      Ana dio un portazo, el único de su vida, que retumbó en su conciencia y en las casas de los demás.
      Ana se fue. Sin explicaciones. Simplemente, se cansó.
      Llevaba cincuenta años siendo perfecta para todos, menos para ella. Se hartó de decir que sí a cualquier requerimiento, a cualquier deseo de los demás. Se agotaron sus ganas de complacer a un entorno egoísta que pedía y exigía. Todos eran mayores, no necesitaban su ayuda. Ella podía elegir y eligió marcharse, vivir sola, olvidarse de todos y que la olvidaran, les dio permiso para que borraran su nombre de las agendas.
      Aquiló un apartamento muy lejos de su mundo y esperó a que la quisieran, esperó a que la echaran de menos. Allí está, soñando que le devuelven lo que dio gratis.
     Está sola, pero ayer llamó y dijo que era feliz