martes, 24 de abril de 2012

El agua purifica y el acuagym, también


     Hay comportamientos humanos que cuando se ven desde lejos, no se entienden y pueden llegar a resultar chocantes. El acuagym, es uno de ellos.
     Señoras en su mayoría,  dando saltos, corriendo o bailando dentro de una piscina, con tobilleras de espuma,  mancuernas de goma, cilindros, balones y aditamentos varios, si no eres  Gemma Mengual, queda un poco complicado de ver, pero merece la pena y no sólo porque hacer ejercicio es bueno, sino porque la terapia que se realiza es mucho mejor.
     El acuagym es en primer lugar una cura de humildad y de vanidad. Prueben a colocarse un bañador de competición y un gorro de los que te exigen en las piscinas: de un plumazo has perdido tu identidad y no te queda ni rastro de vanidad, ni coquetería. No se puede estar menos atractiva. Si a ello le unes que tienes que desnudarte, colocarte el bañador, ducharte y volverte a vestir, con los calores y vapores de los vestuarios, delante de otras veinte mujeres, no tienes ya nada que ocultar en la vida. Pero no sólo por fuera, es ahí cuando comienza el ejercicio que parece complicado de realizar, de fuera a dentro. Por fuera, estás como estás y sin remedio y lo de dentro, lo que te preocupa o lo que quieres compartir, lo muestras con toda la naturalidad del mundo, como ya has hecho con tu cuerpo.
     No sé cómo se produce la catarsis pero las que allí vamos, en tan corto periodo de tiempo, somos capaces de alegrarnos porque una encuentra trabajo, solidarizarnos con la mala racha de la otra, unirnos al sobresalto del hijo que quiere dejar de estudiar o el que se divorcia, sufrir por la hermana enferma, molestarnos con el marido quisquilloso, dar consejos y recibirlos con la misma franqueza y rapidez, como damos y recibimos la receta de la tarta de queso. Hablamos, escuchamos y sentimos, en tan sólo unos minutos, más que a lo largo del día, más que con los que tenemos cerca. Es como si ya tuviéramos preparado lo que vamos a decir, lo que vamos a confesar, lo que tenemos que digerir. Y lo hacemos. Y en una hora, listas, como nuevas. Nos hemos desahogado, hemos escuchado  o compartido sin alharacas, ni sicólogos, ni siquiera con la necesidad de la amistad íntima. Un torbellino de sentimientos , se enredan, se entremezclan en la clase y  parece como si nuestros problemas del día se fueran diluyendo por el desagüe de la piscina. Volveremos el próximo día, lo necesitamos.
     Y es que está demostrado que el agua y el acuagym purifican.
    

   


8 comentarios:

  1. Yo me apunto, aunque dicen que no sirbe de nada, si a todas ellas "las purifica", pues fijate que bien

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  2. Vaya si purifica,que me lo digan a mí que me harto de tragar agua.

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  3. No sé si apuntarme porque el gorrito me parece horroroso, horroroso, horroroso¡¡¡

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  4. A veces nos reunimos por una cosa y es por otra bien distinta, el ir al acuagym puede ser simplemente una forma de escapar de la rutina, en vez de por hacer ejercicio y por eso sienta bien, porque lo necesitas por otras razones

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